martes, 25 de diciembre de 2018

ENTREVISTA A PABLO FAYÓ





















De la piel para adentro: Fayó

Las veces que compartí momentos con Pablo Fayó, sin decidirlo nos ubicamos en los roles de entrevistadora/entrevistado. Cuando por fin hicimos la entrevista oficial, viró más en conversación. Qué se yo. No quisiera condicionarles la lectura, pero sí anticiparles que nos extendimos un montón. Salirse de los márgenes tiene sus pros y sus contras; descúbranlos.

En el documental Algo Fayó de Santiago García Isler, Pablo dice que no quiere hablar de su vida privada. Recuerdo pensar: “imposible, si trata sobre su vida”. Bueno: ¡lo logra! Cuando le propuse entrevistarlo, aclaré que mi idea era hacer preguntas de ahondar y no de esquivar. Aceptó y dijo que lo tomaba como un desafío. Días después del reportaje, lamenté no haberle preguntado sobre su melomanía o sobre el amor romántico o sobre el mundo de las historietas. Sin embargo, entendí que no es posible abarcar todo, siempre será un recorte. Incluso hay cosas íntimas que me contó en la entrevista que no me pareció necesario publicarlas. Creo que la gracia y la belleza, tanto de la película como de esta entrevista, está en eso: brota su naturaleza, su esencia.

Lo visito la nochecita del domingo post sismo G20. Compramos unas latas de cerveza en el supermercado chino de su barrio. Quizás no sea una buena decisión embriagarse con un entrevistado tan astuto. Quizás eso me permita no ser tan pretenciosa y controladora, dejar que él sea lo que es, lo que está siendo.

Ya en su casa, abrimos las birras, Fayó pone música y yo -consensuado, en medio de lo que estamos charlando- pongo REC:

Si hace mucho ruido, la bajo.

No, no jode la música, eh. Se escucha.

Lo que te decía era que ayer miré esa grieta en la pared y dije: “está peor que antes”. Y después me acordé: “ah, pero hubo un sismo”. ¿Viste que dijeron que hubo un sismo? Yo me acuerdo de que la grieta estaba, pero todas esas paralelas no. Por ahí, hasta le saqué una foto alguna vez; después me voy a fijar. Pero pensé: “a ver si se termina partiendo la casa por la mitad”. Lo único que me falta. No importa, perdón.

Bueno, de algo hay que morir.

Sí, sí, qué se yo.

Por la grieta.

Me va a matar la grieta.

¿Cuánto te hincha que te sigan insistiendo con el historietista que fuiste?
No (piensa). No me hincha. Siempre es lindo que valoren y aprecien algo que hiciste. Más allá de la propia valoración, que corre por otro lado.

Pero digo porque te insisten con “volvé a”.
Ah, eso es otra cosa. Otra cosa es que me insistan con hacé esto o hacé lo otro. Lo que pasa es que yo -por una cuestión de personalidad- cuando alguien quiere que haga algo que no quiero hacer, digo todo que sí y después no hago nada. Yo sé que no es una costumbre linda, pero los que ya me conocen saben que soy así, entonces, tampoco se gastan mucho en querer hacer que haga nada que yo no quiero hacer. Ya está todo el mundo medio vacunado. Mi hija es así como yo, pero más; es imposible que la hagas hacer algo que no quiere. Conmigo, a las cansadas, conseguís que haga alguito. Con ella no.

¿Te jode?

¿Que ella sea así? No. A mí me gusta mucho cómo es ella.

¿Hay alguna cosa que sí hagas por obligación?
Sí, todo. Prácticamente todo (se ríe).

Ah, te contradecís en cinco segundos.
No, no. Es que, por ejemplo, el mango de algún lado tiene que salir, uno tiene que morfar. Entonces, lógicamente uno hace algo. Yo creo que es mejor no hacer nada que hacer algo, pero alguna cosa tenés que hacer. Son cosas que me gustan -dibujar como hacía antes o agarrar la guitarrita y cantar por los boliches como ahora-, pero no es que me guste más hacerlas que no hacer nada. Por ahí me gusta más no hacer nada. Igual son para hacer unos pesitos, yo me manejo con ese mínimo.

Entonces, es lo único que hacés por obligación.
Todo lo que hago lo hago por obligación.

¿Qué sería “todo”? ¿Levantarte a la mañana?

(Piensa). No, levantarme a la mañana no. Cuando me despierto, hay un lapso en que no me puedo levantar. Después, hay un clic y ahí ya no aguanto estar en la cama. Luego del clic, me tengo que levantar sí o sí.

Claro, es una necesidad, no una obligación.
Sí.

¿Y qué es todo lo demás? Dijiste: “todo”.
Es que no hago tantas cosas (risas). Salir a tocar un rato a la noche…

¿Eso es por obligación?
Sí. Igual supongo que, si no tuviera qué hacer, algo inventaría. Te aburrís si no hacés nada de nada. Yo me acuerdo de que a mi pobre hija cuando era chiquita y me decía “estoy aburrida”, yo siempre le respondía: “Mirá, aburrirse no existe; existe la gente que no se sabe divertir” (se ríe). Por ahí es mentira, pero quizás dijo: “claro, mirá a papá que siempre está entretenido con algo, dibuja, lee o toca la guitarra”. Por ahí sacó una enseñanza, quién sabe. Es verdad que caer en esa de “estoy aburrido” es muy fácil.

¿Nunca te aburrís?
Ahora sí.

¡¿Ahora te estas aburriendo?!
¡No! (se ríe).

Ah, pensé: “qué garrón esta entrevista”.
No, en este momento no. Últimamente. Por ejemplo, perdí mucho el hábito de la lectura. Me cuesta leer y me cuesta dibujar, porque me tengo que poner los anteojos y no es lo mismo. Es como un esfuerzo. Antes, agarraba un libro y leía, agarraba un papel y dibujaba. Ahora es más incomodo todo.

Pero vale la pena, ¿o no?
Sí, pero no quiero usar anteojos, porque me convencieron de que te arruina la vista. Me pongo los estenopeicos, pero no es lo mismo, entonces, todo es más distante, todo está más lejos. Así que seguramente sí, me aburro más que antes.

Una vez Fayó me contó que había sido tímido y que aún lo seguía siendo, pero que había aprendido a disimularlo. Ni en ese momento ni ahora, al mencionar el tema en la entrevista, le comento que es genial porque, entonces, somos dos perfectxs simuladores:

¿De verdad quedan restos de timidez y vas disimulando?
Sí. Bueno, me puedo refutar a mí mismo también, pero hay cosas de timidez. Por ejemplo, con las mujeres. Yo nunca le dije nada a una chica por la calle, pero por timidez. Ahora que estoy más preparado, se da todo el cambio de paradigma, que es muy interesante. Ya no lo voy a poder hacer porque no se puede, está todo mal, ese paradigma ya pasó.

¿No estás de acuerdo con que es acoso callejero?

Una cosa es decir una grosería o algo feo, pero por ahí algo agradable es distinto. ¿Cuál es límite entre el acoso callejero y el levante callejero? Es decir, encarar a una mina…

La manera en que te vas a acercar…


La manera, sí, y con una expectativa de cierto éxito.

El acoso callejero es un hombre que le dice lo que se le antoja a una desconocida que pasa.

Claro, eso está mal. Para mí, en un tipo que le dice groserías a una mina hay una demostración de impotencia. No tiene expectativa de que la mina se dé vuelta, le conteste y vaya a comenzar una hermosa relación. Eso no va a pasar. Si yo le digo a una mujer: “adiós corazón de arroz, el año que viene me caso con vos”, ¿eso también está mal? Puede que la mina piense que soy un pelotudo o puede ser que le haga gracia y se ría. Ahí juega la intuición. Pero no veo mal que alguien le diga algo a otro alguien si tiene expectativa de llegar a buen puerto. Sí veo mal al que dice una guarangada, porque es más que, como estás fuera de mi alcance, te voy a incomodar.

¿Así que si te querés levantar a una mujer por la calle, la timidez ya no te lo impide?
¿Y pero que hacemos con el paradigma?

No, hablo de acercarte a alguien que te interesa.

No, no, sigo siendo tímido en ese sentido. Alguna vez lo hice, pero muy excepcionalmente. No sé si hay diferencia entre dejar de ser tímido o ser un perfecto simulador, por ahí es la misma cosa (se ríe). Siempre es incómodo ir a hablarle a alguien. Hay gente que es chamuyera; yo no lo soy, eso no cambió. Ahora tengo la flexibilidad de poder responder, sí. El roce hace que sea más relajado.

Sí, sos charlatán.

Sí, pero de chico era muy retraído, ensimismado.

¿Tenías amores imposibles?
Sí, claro, los únicos que tenía eran imposibles (risas). De adolescente, ir a hablarle a una chica era algo que no solo estaba fuera de mis posibilidades, sino directamente de mis fantasías. Algunos son más caraduras, pero uno tiene miedo de las mujeres. Yo digo que es miedo porque no sé cómo definirlo mejor.

¿Miedo al rechazo?
Sí. No sé si es solo miedo al rechazo. Es un miedo más integral. Miedo a lo desconocido. Podría decir que la mujer no es algo extraño para mí, porque me crié entre mujeres, en la casa de mi abuela, con mi hermana, con mis tías. Y, sin embargo, lo es. Lo sigue siendo.

¿Cómo te sentís con el feminismo a flor de piel?
Yo entendí siempre -desde mi información o desde mi desinformación- que la mujer tenía que tener los mismos derechos que el hombre. Si es eso, soy feminista. No solo hablando de derechos civiles o legales, sino también, por ejemplo, en una relación. No me tomaría ninguna atribución que la mujer no tenga. Para mí la cosa es pareja o no es. Entonces, me entendía feminista, pero ahora parece que no.

¿Por qué no serías feminista?
Porque he escuchado todo tipo de versiones. He escuchado a feministas decir que un hombre no puede ser feminista. Entonces, ya estoy afuera.

Claro, igual debe haber un contexto para ese comentario ¿o no?
Supongo que sí, no me acuerdo. Lo escuché como una afirmación abstracta. Algunas feministas dicen eso. Entonces, si no hay un criterio unificado sobre qué es feminismo ni siquiera entre las feministas, es muy difícil decir si uno lo es. Lo único que uno puede es considerarse feminista o no.

¿Vos te das cuenta de los privilegios que tuvo siempre el hombre y te jode?
Sí. Por eso entiendo que soy feminista. Estoy de acuerdo con que hay una cultura machista que quizá tenga milenios y… (piensa). ¿A qué iba?

Esta es la primera vez que perdemos el hilo. Lo retomamos como podemos.

La otra vez publicaste en Facebook: “para conseguir algunas cosas, hay que hacer como que no te interesan”.

No me acuerdo, pero puede ser.

Y de alguna manera, en los comentarios, la gente lo derivó a las relaciones. ¿No te parece que sigue pasando que, si la mujer muestra interés y avanza, no está bien visto? No hay igualdad en eso.

Lo que pasa es que cuando se habla de la igualdad hay un malentendido histórico. La igualdad de derechos es una cosa y otra cosa es que seamos iguales.

No, no somos iguales. Pero hay algo que se esconde en eso ¿o no?
Sí, pero yo creo que hay roles y que los roles del hombre y de la mujer son distintos. No son fijos, van cambiando y, claro, son cuestionables.

A lo que iba específicamente es a que hay como un juego de “sí, entendimos la igualdad”, pero a la hora de relacionarse sigue pasando que la mujer no puede accionar igual que el hombre.
Lo que pasa es que hay cuestiones generacionales.

Cuestión de crianza.
Claro. Mirá, lo mismo pasa con el lenguaje inclusivo. Yo no sé si va a prender, no depende de mí ni de vos ni de nadie en particular…

Depende de todes (me río).


Exactamente. Es un proceso cultural. Para una persona de 20 años es más accesible mudarse de lenguaje, pero no se lo pidas a un tipo de más de 50, porque ya lleva cinco décadas hablando así.

¿Por qué no?
¡Porque ya fue! ¡Si igual se van a morir dentro de quince minutos!

¡No se van a morir en 15 minutos! Y si te morís en 15, ¿no está bueno evolucionar antes de morir?

¡No es evolucionar eso!

Bueno, no importa el lenguaje inclusivo en sí. Me refiero a eso que solés decir de “perro viejo…” ¿Cómo era?
“Perro viejo no aprende gracias nuevas”.

Bueno, ¿lo sostenés mucho eso?

¡Es que no lo inventé yo!

No importa, pero vos lo repetís.

Sí, sí. Cuando un amigo se quejaba del lenguaje inclusivo, yo le dije: “Ya está. Si va a suceder, va a suceder y eso no quiere decir que todos los viejos tengan que empezar a hablar así. Es una cosa de los jóvenes. Si tiene futuro, depende de los jóvenes. Los viejos ya cayeron así. Como cayeron, quedaron hechos”.

No, ¿por qué? No entiendo por qué están hechos. Para mí la gracia de crecer está justamente en crecer. Si me quedo igual, no tiene sentido.

Es que crecés hasta cierto punto. Después envejecés.

¿Por qué envejecés?
Porque la vida es así, ¿qué querés que le haga? No la inventé yo.

¡Sí, la inventamos! (Se ríe). ¿No la podemos inventar para el lado que está buena?
Sí, puedo resistirme, puedo patalear, puedo hacer una escenita, pero…

¿No te interesa cuestionarte cosas más allá de la edad que tengas?
Sí.

Bueno.

Pero no me pidas que hable con lenguaje inclusivo.

Nadie te pide, nadie te obliga.

Hablen ustedes. No voy a hacer ningún kilombo, no voy a agarrar el diccionario de la Real Academia y pegarme en el pecho. A mi déjenme, yo ya estoy. ¡Ya está! ¿Qué vamos a inventar?

El otro día alguien me dijo: “ya está, para qué voy a ver las noticias si yo pienso una cosa y otro piensa otra, ya está”.

Eso es otra cosa (risas).

Ahhhh, ¿viste?

Igual en ciertos estamentos funciona así.

Lamentablemente.

Hay cosas que son de una sola vía, van para un solo lado. Por ejemplo, la política argentina está atravesada desde 1945 con el peronismo y el antiperonismo. Y yo no sé si un tipo puede volverse antiperonista a los setenta años. De lo que estoy seguro es de que un tipo de setenta años no puede dejar de ser antiperonista.

¿Cuándo te diste cuenta de que eras peronista?
Yo, como muchos de mi generación, con los gobiernos de los Kirchner. Antes no solo no lo era, sino que no tenía nada que ver con una formación ni una cultura ni un origen familiar peronista. Tampoco es que en mi casa estaban puteando a Perón. Más bien era como pasó en tantos hogares argentinos, que la política era una cosa sepultada, que no se comentaba con los niños. Mientras yo crecí, la política era una cosa muy densa, sangre y muertos. Pero a lo que iba…otra vez me volví a perder.

No hay que beber alcohol en las entrevistas.

Pero por ahí mejora. Voy a buscar otra cerveza.

Dale.

Todo muy coherente. Retomamos otra vez:

Como soy muy malo con las fechas me cuesta acordarme de cuándo habrá sido. De adolescente, sin tener una formación política consistente, sin haber leído Marx, me gustaba decir que era socialista, que tenía un ideario de izquierda. Pensaba que el peronismo no tenía nada que ver conmigo. Pero la primera vez que escuché las consignas fundamentales del peronismo -lo que lo define: soberanía política, independencia económica y justicia social- hubo una intuición. Pensé: “por ahí estoy más cerca de esto de lo que me parecía”. El tiempo me fue reafirmando en esa idea. Hay un audio de Alejandro Dolina que está bueno para todo el que pasó por ese tránsito. No es que un día te levantás y sos. Al principio no te animás a decir la palabra peronista, decís: “nosotros estamos en el campo nacional y popular” y sarasa. Y un día: “bueno, sí, soy peronista, más fácil, dejémonos de joder”.

¿Y podés vincularte bien con los que no lo son?
Cada vez peor (se ríe). Es que entiendo que la realidad política está atravesada por esa división, que en realidad es anterior a Perón. Viene ya de Unitarios y Federales. Perón era un tipo con un talento excepcional, un pillo, un zorro, un animal político completo. Y lo que hizo fue ver la división en el país, que de un lado estaban los dueños -de la tierra, de los medios de producción, de todo- con sus allegados, sus cadetes, sus amiguitos, que morfaban de las migas de ese plato. Y lo que hizo fue bautizar, darle una identidad, a todo lo que se oponía a eso. Lo que está del otro lado se llama peronismo. Pero el peronismo es anterior a Perón. La mayoría de gente ignorada y excluida ya existía.

¿Dividirías entre malos y buenos?
No.

¿Podés, al relacionarte con alguien que piensa diferente, tomar algo de lo que te está diciendo?
Sí, uno trata de ser amplio.

Pero cuesta.


Sí, no solo a mí, a todo el mundo le cuesta. Lo que tengo claro, respecto a los que se mantienen al margen cuando la cosa está muy partida por la mitad, es que por esa opción de dos que opten cuando haya que elegir, me voy a dar cuenta de qué lado están, ¿entendés? Y el peronismo es un fenómeno complejo, no está compuesto por gente que piensa igual en todo. Precisamente, porque es un movimiento de oposición, que nació oponiéndose a algo, al poder real de los dueños del país, a ser un país gobernado por sus dueños para sus dueños. Cuando se produce esa división es como que…

..hay que ponerse de un lado.

Sí.

¿Lo que estás diciendo no te explica a vos mismo lo que es el feminismo?

Sí, es una buena analogía.

Me parece que con la misma lógica que entendés el peronismo podés comprender el porqué de que surjan contradicciones y oposiciones en el feminismo. Yo entiendo el rol que tenés: sos un hombre y tuviste privilegios como todo hombre. ¿Cuál es el problema con que se los cuestione?

Claro, yo no me siento incuestionable. Pero soy un hombre feminista hasta donde yo entiendo, ¿por qué me peleás a mí? Vamos a ponernos de acuerdo contra quiénes estamos peleando.

No, báncatela.

Yo me la banco, ¿sabés por qué? Porque entiendo que estas cosas son así, hay una cuestión pendular. Si lo sostenés para un lado un montón de tiempo, lo soltás y se va a ir para la otra punta. Después se equilibrará. Pero cuando me dicen que no opine porque soy hombre…

Bueno, es el comentario de una persona. Podés ir un poco más allá, al contexto, a la historia.

Si, no personalizo, no meto a todo el feminismo en la misma bolsa.

La cultura machista hizo por ejemplo esto que te decía de que el tipo te tenga que levantar y vos como mujer tengas que esperar. Si la mujer encara, mmm. Entonces, hay doble discurso.

Es que son procesos culturales, no hay un decreto.

Pero no pueden ser siempre excusa los procesos.

No, no estoy excusando. Por ejemplo: yo entiendo por dónde va una consigna como la de “No es no”. Entiendo, pero ¿sabés qué pasa? Nosotros crecimos en un mundo en donde una mina te decía “No” y era “Puede ser, vemos”. Y, si ante el “No” yo me daba vuelta y me iba, era un pelotudo. Para la misma mina era un pelotudo. Era así, ¡era exactamente así! Por ahí resulta que, si una mina decía sí de entrada, era una atorranta. Entonces, está buenísimo que ahora pueda decir que sí de una. Pero es un proceso cultural, es una cosa que va cambiando de a poco.

Entiendo, son las cosas que nos estamos cuestionando, ¿te estas preguntando esas cosas?

Yo en ese sentido no tengo la consciencia muy intranquila porque siempre sentí y acordé con la igualdad. Y en realidad me voy más a la mierda que eso si querés (se ríe).

¿Por qué?

Porque yo entiendo… Pero acá nos vamos a lo biológico, si se quiere. Y eso ya también es un quilombo, porque la gente se pone muy sensible. Entramos con esas cosas de nazi darwinismo, entramos en territorios pantanosos.

Dale, jugatelá.

Yo creo que hombres y mujeres somos básicamente la misma cosa. No sé si todas las feministas estarán de acuerdo conmigo, pero lo siento así. En esto he tenido discusiones hermosas, hombres que resultaron muy heridos (se ríe). A lo que voy es a lo siguiente. “A lo que voy es a lo siguiente” es una frase que uso mucho cuando no tengo la menor idea de qué estoy por decir (risas). Pero me da unos segundos de…

..retomar.

Sí, yo creo que hombres y mujeres somos más o menos lo mismo, somos como un cigoto que se decide en el ultimo minuto qué va a ser. Pienso que el hombre -si lo tenemos que definir en términos biológicos- es una mujer modificada, una mujer especializada, con ciertas características físicas, pero el bicho básico es femenino. Yo te podría decir que un hombre es una mujer que no gesta y que tiene la capacidad de fecundar, es una adaptación biológica. Es exactamente al revés que el mito adámico: dios vino, le sacó la costilla a Eva y lo hizo a Adán, ¿entendés? El hombre es secundario, la mujer es primaria.

Está bien, entiendo que estás diciendo esto para levantarte chicas, ¿no?
¿Ves que no me toman en serio? Yo no tengo manera de seguir así (risas). Pero ¿entendés a lo que voy? ¿Puedo profundizar o ya está?

Profundizá.

Pero ¿se entendió? Porque no vi que…

¿Que yo entendiera?


No, no vi que pusieras ningún “pero”. No te sentiste mal. A muchos tipos, que les dijera que eran una mujer modificada, fue como casi lo peor que les pude decir.

Yo pienso que en este momento estamos más para hacernos preguntas que para obtener respuestas. Vamos acercándonos.

Podemos tener respuestas parciales.

Claro. A veces da miedo afirmar cosas quizá equivocadas.

Bueno permitámonos equivocarnos un poco también, sino no vamos a ir a ningún lado. Los sexos separados existen desde mucho antes del humano. La necesidad de combinar dos códigos genéticos diferentes permite no generar clones. La gracia de que haya surgido la reproducción sexual es que hace que la descendencia sea variada. Es una herramienta evolutivamente útil, por eso prendió y llegó a nuestros días. Es un éxito.

Por eso es una boludez que después de los 40 no quieras evolucionar.

Pero la evolución de una especie no tiene que ver con evolucionar uno personalmente. Lo que quedó, quedó.

Bueno, pero podemos llevarlo a esos planos también. En el vínculo con quien piensa distinto o es de otra generación, te enriqueces más que con tu propia mente y los que son como vos.
Por supuesto. Uno aprende de todos y mucho más de los que piensan diferente. Si me junto con gente que piensa como yo, sí, me aburro. La clave es el respeto, si podés mantener la conversación en esos limites y si estás dispuesto a aprender. Trato de ser consciente de que soy un aprendiz permanente.

¿Y lo del perro y las mañas?
Eso tiene que ver con lo generacional, con la edad. A cierta edad ya no le pidas a un tipo que cambie.

¿No es contradictorio lo que me estás diciendo?
No. Sí, puede ser (se ríe).

Está bien.

Pero, pará, puedo ser contradictorio también.

Obvio.
¿Te da nostalgia la infancia o la adolescencia?

(Piensa) Es un buen recuerdo. Mi infancia fue conflictiva, hay mucha parte bloqueada por cuestiones puntuales, pero la parte que yo recuerdo es más bien paradisiaca. La pasé en la casa de mi abuela, un lugar muy especial, muy espectacular, el mejor lugar del mundo. Una casa vieja como de campo, en Vicente López, un terreno de 70 metros cuadrados, con barranca y plantas. Cuesta imaginarse un lugar mejor. En la primaria, ser ensimismado y tener mi propio mundo no era un conflicto. En la adolescencia eso ya empieza a ponerse más difícil. Con el despertar sexual, la timidez se convierte en un problema. La adolescencia es una edad medio terrible, muy conflictiva.

¿Tuviste necesidad de hacer terapia alguna vez? ¿Hiciste?

No. Necesidad quizás haya tenido siempre, pero nunca hice.

¿Por qué?

No sé, no sé. ¿Porque sale dinero? No sé. Una vez lo intenté, pero me rebotaron.

¿Cómo que te rebotaron?

Me acababa de separar. Venía de una convivencia en pareja, tenía una hija chiquita, perros, un hogar. Cuando te separás es como si te retiraran el piso y quedaras en el aire. Un sacudón muy grande. Entonces, un amigo me habló de un gabinete psicológico muy bueno. Fui a la entrevista y conté: “me separé, ando mal”. Y medio que me cagaron a pedos: “Flaco, ¿vos sabés los problemas que tiene la gente que viene acá?”. Me rechazaron.


¿No te lo imaginaste? ¿Fue real eso?
No, no me lo imaginé. Me dijeron eso, como dándome a entender que lo mío era una boludez, que me fuera y que me dejara de joder. Y dije: “bueno, está bien, por ahí no estoy tan mal”, y me fui. Y acá estoy, sobreviví sin asistencia psicológica hasta el día de hoy. ¿Vos hiciste esas cosas? Ah, pero yo no te puedo preguntar…

Imagino que esa separación fue uno de los puntos de inflexión en tu vida, ¿hubo otros?
Ese fue muy groso. Cambió mi vida en muchos aspectos. Venía de ese esquema familiar, me separé y coincidió con que caí en el asunto de los boliches, del tango, de tocar y de la noche. Cosa que para mí no existía, hasta ese momento era el dibujante. Fue como un antes y un después. Caí un día en el boliche de Roberto -por razones x- y ya no salí nunca más. Ahora que lo pienso, ese fue el punto de inflexión más memorable, porque coincide el cierre de una cosa con la inauguración de otra.

¿Enseguida disfrutaste el ambiente de los boliches?

Caí en el boliche de Roberto en el año 2001…

¡Muy bien, una fecha!

Esa me acuerdo, me acuerdo en que año me separé. Lo de cantar surge no muy planeado. Primero iba a escuchar a los músicos, a los viejos y cuando me largué a cantar, me acompañó alguno de los que estaban ahí. Hubo un proceso de hacerme local, en un momento ya era como una especie de cofradía. Se ve que disfruté lo de cantar, quise seguir profundizándolo y seguí. Yo siempre tuve una visión sobre mí mismo como muy “yo no hago planes, las cosas me van sucediendo y yo me voy adaptando a las cosas que pasan”. Y alguien me dijo: “No, en realidad todos tomamos decisiones todo el tiempo, vos también. Lo que pasa es que te hacés el boludo". Y me resulto interesante, porque me dio una visión sobre mí mismo que yo no tenía. Las visiones que uno tiene sobre sí mismo son muy limitadas, por lo general la gente que te mira desde afuera…

..ve con más claridad.


Y, por lo menos tiene más ángulo que vos que estás metido adentro tuyo y no tenés mucho ángulo para mirarte. Elegís mirar lo que más te gusta, la visión de lo que te gusta ver o imaginar que sos está teñida.

¡Ah, cierto! Quiero saber la palabra que en Facebook dijiste que te definía, pero no dijiste cuál.
Indolente.

¿Qué significa?

No sé, googlealo.

Dale, decime.

Lo voy a googlear. No sé, yo me tiré por lo que creo que significa. Pero ya que estamos vamos a ver la definición posta.

Mientras busca, canta. Lee en voz baja y dice:

Es jodido indolente, era peor de lo que pensaba.

Te diste con un palo.

Me di con un palo, pero sin querer, no sabía que era tan jodido. Mirá (lee en voz alta): “Persona que posee un carácter poco sensible a las cosas que acostumbran interesar o conmover a los demás individuos” (risas y continúa leyendo). “Se caracteriza por su negligencia, falta de actividad y de aplicación en el cumplimiento de las obligaciones. Es un ser apático, perezoso, insensible a cualquier conmoción”. Es horrible.

¿Y por qué te decías indolente?

Algo hay.

¿Te chupa todo un huevo?

Algo hay. (Sigue leyendo) “Es visto en el área de psicología como una persona que no se conmueve ante el dolor de otros individuos, inclusive de aquellos que forman su propio seno familiar”. Es terrible, pero me parece que yo, intuitivamente, sabía que era todo esto. Quizás me siento un poco así.

¿Te transformaste en eso?

No sé si me transformé o ciertas circunstancias de la vida me transformaron. Siempre pienso que en los primeros años de mi vida está la explicación de muchas cosas. Muchas cosas de las que no tengo recuerdo consciente, muy posiblemente sí tenga un recuerdo inconsciente. Están sepultadas en mi memoria.

¿Y tu decisión es dejarlas sepultadas ahí?

No. Yo he intentado tener charlas con mi viejo, pero no es fácil acceder. Una vez que lo operaron, le dije: “che, creo que nosotros nos debemos una charla en cierta profundidad que no tuvimos. No te digo hoy ni mañana, pero no quiero que pasen años, no quiero que pasen cuarenta años más”. “Sí, sí, tenés razón”, me dijo. Pasaron años y nunca la tuvimos. Debe ser difícil para él también. De hecho, con mi viejo tenemos una relación muy de que yo lo quiero mucho y yo sé que él me quiere, pero nunca fuimos de decirnos eso, no existe.

¿Y qué encontrabas vos en “indolente”?

Yo pensaba más en eso de dejar pasar las cosas, de ser un poco inconsciente, de no ser muy responsable. Pero en realidad ahora veo que la palabra tiene un alcance mayor del que sabía y quizás inconscientemente se lo daba. Eso de que el indolente no empatiza con el dolor de los demás, puede ser que exista algo de eso. Yo creo que emocionalmente bajé una persiana metálica que me protegió, pero no es gratis. Tuvo un costo que todavía no puedo medir.

¿Sentís que te perdés de algo?
¿Cómo saberlo?

Si te definís indolente, es que algo pensás de eso.

Por ahí uno intuye más cosas de las que sabe. Vos querías hacer un montón de preguntas y, si me quedo hablando un año de cada cosa, no te voy a poder responder.

¿Te cansaste?
No, no me canso para nada.

Bueno, ¿Para dónde te mueve el deseo cada día?

(Se ríe).

¿Pregunta difícil?
Sí, es medio tramposa, medio abstracta.

Sííí.

Ya sabías. A mí me parece que el deseo es un don y una maldición, las dos cosas. Es un don porque es el motor de todo; sin deseo no podés hacer nada. Y al mismo tiempo es una maldición porque la no satisfacción es la frustración. Entonces, conviven.

Y en general ¿para dónde te lleva?
Y… el deseo es móvil. Creo que en mí siempre pasó por las cuestiones artísticas, que fueron las cosas que me entusiasmaron, me excitaron y me interesaron. Pero hablar en general del deseo es como…bueno, hablemos de cada deseo en particular, ¿no? Es como… bueno, no importa, vos me entendés.

Yo te entiendo.

Igual es divertida la entrevista. Pensé que me ibas a pelear más todo y al final no (risas).

Hay una parte de la película, que no vamos a contar para que la vean…

Igual no tienen dónde verla.

Bueno, que tengan deseo de conseguirla.

Que tengan el deseo.

Te decía, hay una parte en la que estás medio intolerante con alguien, te ponés fastidioso y es raro. Yo no te conozco mucho, pero nunca te había visto así. ¿Es fácil que llegues a ese estado?
Creo que soy bastante paciente. Pero sí, hay gente que te fatiga un poco. Hay personalidades que te resultan desgastantes o irritantes. Hay una frase que no sé si es mía o alguien la dijo antes y yo la adopté: “de la hinchadura de pelotas es muy difícil volver” (risas). Se puede volver de muchos lados, pero cuando alguien te hinchó las pelotas, todo lo que haga o diga te va a caer mal. Pasa eso. Y pormenorizando un poco, me pasa que hay gente que me resulta irritante personalmente, después descubro que en las redes sociales no me irrita. Eso me sorprende: “qué raro que este, que no me lo banco en persona, en Facebook me lo banco bastante bien”.

Facebook miente.

No sé si miente. Lo que está ahí es uno también, claramente. Pero hay gente que está más para determinado tipo de soporte que para otro.

¿Qué cosas te conmueven?
Otra vez con esto.

¡Otra vez con la sensibilidad me venís! (me río). No querés contestar.
Sí, puedo contestar, si supiera (se ríe). Creo que siempre tuve una sensibilidad para las cuestiones artísticas. (Piensa). Me quedé pensando en eso de qué me conmueve.

Bueno, sos peronista; te importa el otro.

Claro, pero una cosa es esa importancia nominal, entender la equidad como un valor abstracto. Y otra cosa es sentirte afectado por el dolor personal de los demás. Eso me cuesta más. Eso de llorar por algo. Solamente lloraba en el cine.

¿Qué cosas te hacían llorar en el cine?
Cualquier cosa. Todo. Ahora no sé, porque no voy al cine (risas). Lloraba en situaciones absurdas, sobre todo con el cine de Hollywood, que viste que está construido de una manera, los tipos tienen una ingeniería que dicen acá es la parte que la gente llora. La escena es así, la luz viene de acá, la música suena de tal manera y la gente llora. Bueno, en un momento lloraba con todas las películas.

¿Esto lo puedo poner?
Sí, poné lo que quieras. Había una película que se llamó Día de la Independencia. El presidente de los Estados Unidos había sido aviador de la fuerza aérea y en un momento iba a volar como piloto para atacar a la nave madre de los extraterrestres. Entonces, hacía un discurso patriótico antes de subir a avión, empezaba una música que iba subiendo y ahí me caían las lágrimas y decía: “no puede ser que esté llorando con esto” (risas). Pero te da a entender que hay una cosa mecánica en el llanto y en las emociones también. Es loco.

Capaz te estaba tocando algo que te conmovía de verdad.

Bueno, sí, la música iba subiendo. Era emocionante.

No sé si lo pensaste alguna vez: como padre ¿qué mensaje es interesante dejarle o transmitirle a tu hija?
(Piensa un rato). No recuerdo habérmelo planteado así, con esa precisión. Yo creo que uno trasmite lo que es. Yo le puedo decir cualquier cosa, hacé esto o hacé lo otro, pero ella va a ver lo que soy. Uno mismo es el mensaje.

¿Hay algo que te transforma en esa relación, en lo que ella te produce?
Si, creo que sí. La diferencia fundamental, la más sensible o que a mí se me hace más evidente entre la paternidad y el estado anterior, es que antes pensaba que, si bien no tenía ningún apuro en morirme, si me llegara a morir no era la gran cosa, no se perdía nada fundamental para el universo. Me podía morir tranquilamente. Pero una vez que tenés hijos eso cambia. Sí, puedo morir mañana, pero me pesa. No me puedo morir con la misma tranquilidad. Sentí esa diferencia. Pero tu pregunta apuntaba a otro lado.

¿Te traen nuevos cuestionamientos?
No. no creo.

Tu hija es muy buena.

Sí, mi hija es lo más. Pero pienso que hay maneras y maneras de entender la paternidad. Hay una famosa frase que, como la hemos visto muchas veces en ese mini poster de una puesta de sol en el mar y unas gaviotas, por ahí nos parece algo un poco cursi, pero por ahí no está tan mal. Es de este poeta árabe, Khalil Gibran, que dice: “tus hijos no son tus hijos, son los hijos de la vida”. En realidad, es un poco así. Nunca me cerró mucho esa interpretación de que son una continuación de los padres. Es una superstición que la ayudan muchos factores. Sin ir mas lejos, uno muy inmediato es el parecido físico. Ese es un gran alimento de la ilusión de que los hijos son una proyección de los padres. No es así. Esta tentación paterna de sentir que uno hizo algo, que uno creó algo. No los creás. Una cosa es crear y otra cosa es que te usen de trampolín para nacer. Creo que hay una gran confusión psicológica al respecto, de sentirse creador y propietario. Y, por otro lado, pensando en tu pregunta, me acuerdo de que mi hija fue bastante vaga con el tema de hablar. Hasta los dos años no habló nada, vagueó mucho. La relación con ella de bebé era hermosa, pero sin palabras. Y yo recuerdo perfectamente la necesidad de que empezara a hablar, porque tenía ganas de conversar con ella. No sé si tiene que ver con tu pregunta, pero me parece que sí.

El tema de la edad y de la muerte es algo que mencionás mucho. ¿En qué momento te cambió algo que te hizo sentir diferente?
Yo me acuerdo perfectamente como quiebre -ya que hablamos de puntos de quiebre, de inflexión y pensando en eso que se dice de las crisis de los 40 o 50- que la única crisis que recuerdo puntual fue cuando cumplí veintinueve años. Me dio como una cosa de uh, se terminan los veintipico, que era una época en la que todavía me sentía con cierta irresponsabilidad. Supongo que después vi que la irresponsabilidad se extendía (se ríe), pero en ese momento sentí que se terminaba. Y, con respecto a la idea de la muerte, creo que en algún momento se da un quiebre y para mí se dio alrededor de los treinta. A los veinte años la muerte es un concepto completamente abstracto y lejano. Sos inmortal, a todos los fines prácticos. Yo me acuerdo de que iba a jugar al futbol -nunca fui muy futbolero, pero en ese momento era divertido- los domingos a las ocho de la mañana. Íbamos a jugar a los lagos de Palermo, donde se armaban picados. Por ahí había salido el sábado a la noche, llegaba a mi casa a las siete de la mañana del domingo, me ponía unos pantalones cortos y volvía a salir. En invierno y verano, lloviera o no lloviera. Íbamos a jugar bajo la lluvia, en el barro. Eso es ser inmortal. La comparación que hago es ¿viste la montaña rusa? Te engancha el carro, vas subiendo, vas mirando y solo ves para arriba. Hasta que llegás a la cúspide, ahí como que se desengancha y el carro empieza a bajar por su propio peso. Recién ahí ves para abajo y decís uoo uoooo, pero hasta ese momento solo viste para arriba. Eso, en mi caso, se dio a los treinta. Antes me hablaban de la muerte y sí, la muerte, pero no sabes qué es, es algo…

..que le pasa a los otros.

Sí, exactamente. Es algo tan lejano que ni vale la pena detenerse a pensarlo. Pero a los treinta dije: "Ah, a partir de acá empiezo a bajar. OK, ahora entiendo".

¿Qué es lo copado después de los cuarenta, de los cincuenta?
Tal vez lo que se pierde en pasión se gana en pérdida de ansiedad. Quizás pasión y ansiedad sean la misma cosa, no se me había ocurrido, pero lo estoy pensando ahora (risas).

En una entrevista dijiste que alguien te había dicho que eras el hombre menos ansioso del mundo.

No, no. Eso lo dijo Esteban Podetti una vez y no dijo “ansioso”, dijo “paranoico”. Dijo que yo era el tipo menos paranoico del mundo. La ansiedad la experimento como todo el mundo. Si alguna ventaja tiene avanzar en la edad, es que la ansiedad disminuye.

La nota que confirma lo que digo, muejeje: https://www.pagina12.com.ar/81382-no-fallo-fay

Una preguntita más: ¿qué cosa te preguntás y no podés responderte todavía?
No sé (piensa). No sé si me formulo preguntas formalmente. Por ahí inconscientemente me pregunto cosas todo el tiempo.

¿Te hacés preguntas para entender tu mundo?
Sí, creo que trato. Me he ido contestando esas cosas a lo largo de la vida.

¿No queda ninguna?
Quedan un montón, pero van decantando. Uno se va armando un esquema de pensamiento. Mientras más avanza la vida, más armado tiene uno su discurso, es más difícil cambiarlo. Me acostumbré a contestarme las preguntas de una manera.

¿Te hacés preguntas en cuanto a los vínculos con lxs otrxs?
(Piensa). Sí. Yo creo que hay mucho de ilusión en la individualidad. Esta cosa que creemos ser cada uno. Sé que suena medio oriental eso de que el mundo es ilusorio. Ayuda mucho a la idea de la individualidad el hecho de que tengamos un cuerpo físico, que de la piel para afuera es el mundo y de la piel para adentro soy yo. Es engañoso, porque lo que yo llamo "yo" es el mundo también, el límite es mucho más borroso. El límite de la piel es bastante convencional. Creo que culturalmente esa cosa de separar entre yo y el mundo es muy fuerte y no podemos salir de ahí. Y está bien, está sostenido desde lo físico, pero en realidad somos un producto de un montón de cosas. Lo que llamamos "yo" es una consecuencia de un montón de cosas. Somos un pequeño engranajesito del mundo. Entender lo que soy yo, separándolo del mundo, es condenarse a no entender nada.

O sea que la grieta separa la misma cosa.

Ponele. Lo que te puedo decir -desde una mirada muy darwiniana, porque yo soy así, tengo ese tipo de pensamiento- es que entiendo la inteligencia humana como una herramienta. Subscribo a esa teoría de la selección natural, de que lo que funciona permanece y lo inútil o perjudicial va desapareciendo. Yo entiendo que la inteligencia es algo que se desarrolló en nosotros por esta cuestión evolutiva. Y quizás algo que resultó útil para una cosa, no es la mejor herramienta para otra cosa. En este sentido lo digo: nosotros queremos entender el mundo con nuestra inteligencia y por ahí nuestra inteligencia no se desarrolló con esa finalidad, no fue para entender sino para funcionar en el mundo. Entonces, nos metemos en un kilombo. Si yo quiero pintar una pared y agarro un tenedor, puedo llegar a pintar algo, pero no es una herramienta muy piola para pintar una pared. Por ahí la inteligencia humana no es una herramienta muy piola para entender el mundo.

Vos te referís a la inteligencia racional.

Sí, a nuestro cerebro, a nuestra mente.

¿Así que podemos entender por intuición?

(Duda).

¿Querés entender?
Todos queremos entender, esa es la trampa de la herramienta. Toda herramienta tiene su trampa, ¿entendés? Qué feo cuando te dicen “¿entendés?” Perdón, perdón (se ríe). Cada herramienta tiene un riesgo, un peligro. Con un cuchillo yo puedo pelar una naranja o puedo rebanarme un dedo y hacerme unos cortes muy feos. Y, si yo no manejo mi inteligencia con cierta habilidad, me puedo enroscar en unas boludeces increíbles y estar intentando entender cosas y no estar entendiendo nada. Puedo terminar sin pelar la naranja y cortándome todo, ¿entendés?

Entre risas, finalizamos la entrevista.

sábado, 8 de diciembre de 2018

ENTREVISTA A MALENA SAITO

“No existe lo real, existen relatos de lo real”


Voy desempolvando de mi memoria las veces que vi a Malena. Me doy cuenta de que primero supe de ella por su escritura; tengo el registro de que la admiro desde antes de conocerla en persona. Me acuerdo de que nos cruzamos en febrero último, en el armado del proyecto de Relato Situado, y aproveché para comprarle su libro Amiga. Después, de casualidad, en la fila del baño de un bar, en una de las heladas noches de la lucha por la legalización del aborto. De pronto, recuerdo algo que tenía olvidadísimo: hace varios años, intenté que su editorial me publicara un libro y ella, cordial y distante, me lo rebotó por chat. No creo que se acuerde. Ahora pienso que esa negativa a mi libro puede haber causado la idea que me hice sobre ella: de una persona misteriosa y lejana. Lo cierto es que, cuando te acercás, es muy amigable y muy poco estratégica para relacionarse: sincera, cero poses. Cuando le propongo la entrevista, me alivia no toparme con un gran ego; sin vueltas y con buena onda, acepta.

Malena es muy joven: tiene veinticuatro años. Es escritora, editora y actualmente tiene su propia librería, Luz Artificial, junto a su socia y amiga Micaela Szyniak. Cuando nos encontramos, me olvido de sacarle una foto, así que después le pido una. Me envía la que ilustra el reportaje: quien aparece en primer plano es Mica. Malena, con un libro y fumando, detrás. Me atrevo a decir: muy Malena. 

La visito una tarde de domingo. Antes de su cálida bienvenida, cruzo a mucha gente que va y viene por los vericuetos de su casa compartida en el barrio de Villa Crespo. Ella prepara mate y subimos a la terraza. Propone movernos a la sombra, pero obvio que con una charla tan linda el sol nos va a seguir el rastro.

Una vez dijiste que fue la poesía la que te eligió, porque en realidad vos leías solo narrativa. ¿Qué encontraste en la poesía que en la narrativa no?

¿A nivel escritura o a nivel lectura?

A nivel escritura, como para que fueras por ese lado.

Yo creo que la poesía tiene una cosa más de condensación y la narrativa trabaja más con estirar esa condensación. La poesía tiene algo muy de captura de pantalla, de contraposición de sentidos y emociones, me permite detenerme más y trabajar en un tema desde muchos lugares. Y -lo estoy pensando ahora- al ser un formato breve, te animás primero a eso, a ir a lo breve. Igual no tiene mucha explicación; hay gente que empieza escribiendo cuentos y piensa que nunca podría escribir un poema. Y algo que también relaciono es que el primero de mis amigos que escribía hacía poesía. Entonces, no era raro. Al menos para mí, era más normal que escribir una novela.

¿A qué edad empezaste a escribir?
Empecé de chiquita. Me di cuenta de que muchas de las personas que escriben cuentan que en la escuela primaria algún profesor les dijo “che, es buenísimo esto”, y eso en general te da una habilitación. Me acuerdo de que en tercer grado escribí algo y me llevaron a la Dirección para felicitarme. Para mí eso fue alucinante. Después ya me consideraba escritora. Lo decía: “yo soy escritora”. Escribí mi autobiografía a los 8 años (Risas). También, cuentos. Me acuerdo de que una profesora no me había devuelto una obra de teatro que escribí y yo decía: “¡No! ¡Me la robó!”. Me la re creía cuando era chiquita (Risas). Después, en séptimo grado, propusieron hacer una antología para cerrar el año del taller literario. Y mi poesía era una mierda, una porquería. Todos lo sabían y lo decían. En cambio, la de mi compañera Mariel era brillante. Y yo decía: “¿cómo puede ser que ahora soy una escritora mediocre?”. Entonces, dejé de escribir. Hasta que, a mis 14 o 15 años, otra vez una profesora de Lengua nos dio una consigna de escritura. Yo escribí un cuento que trataba de alguien que tenía muchos problemas que se convertían en elefantes en el subte, y a la profesora le gustó. Después de eso, pasamos el verano en San Isidro, en una casa con pileta que nos prestó un amigo de mi vieja. Cuestión que tenía un cuartito arriba de todo, donde me encerré y empecé a escribir de nuevo unos textos.

Te reconciliaste.

Me reconcilié.

¿Y a vos te había gustado lo que habías escrito en séptimo grado?
No sé, creo que estaba enamorada y escribí una porquería, era algo de amor. El de mi compañera me lo acuerdo porque era un poema re militante. Hablaba de los niños pobres y no sé qué, entonces, fue un hitazo, como un “tiene consciencia social”. Y yo hablando del amor (Risas). Bueno, como todos.

¿Tus textos eran autobiográficos?
Siempre para mí hay algo de lo autobiográfico, pero no eran autobiográficos. Tenía una serie de poemas rarísimos con un personaje que se llamaba Esterlina. Los escribí en la clase de Química y todavía los tengo en un blog. En la secundaria fui al Nacional Buenos Aires y había una plataforma virtual que tenía un espacio para que subieras tus textos. Además, proponían consignas, todos escribíamos y nos comentábamos. La verdad es que era mucho más divertido que Facebook. Y me acuerdo de haber subido un mini poemario y que me comentaran chicos más grandes que escribían desde hace más tiempo: “che, qué bueno esto”. Y ahí de nuevo dije: “soy escritora” (se ríe).

Compré su libro de poemas Amiga en aquel encuentro que mencioné al principio. Me gusta recordar que lo leí al instante, antes de tomarme el bondi de vuelta a casa. Es un libro que te invita, te atraviesa, pero no te desampara. Tiempo después, escucho una entrevista radial en la que Malena dice que la poesía la ayuda a entender su mundo.

¿La intención con Amiga fue entender el vínculo de la amistad o, a partir de dirigirte a una amiga, habilitarte a hablar de lo que fuera?
Ese libro surge de haber estado un año viviendo en distintas casas de amigas que se habían ido de viaje. Tenía ganas de escribir sobre eso, porque es muy raro estar sola en la casa de otra persona, con sus objetos. Venía mambeando con la energía de cada casa y con los cuidados que requiere -es un espacio re íntimo, dice mucho de cada uno-. Con eso en la cabeza, me mudé sola y tenía necesidad de decir y de pensar algunas cosas que me estaban pasando. Empecé un taller con Cecilia Pavón y ella nos propuso la consigna de pensar en un libro conceptual. Entonces, dije: “Ah, yo tengo esto”. La primera versión se llamaba “Los cuidados”. Le mostré esos poemas a Mica y ella leyó en uno la palabra amiga y me dijo: “qué bueno esto, probalo”. Yo tenía muchos poemas de amor dedicados a un amigo y los cambié como si fueran para una amiga. Hice un trabajo con eso para ver qué pasaba. Entonces, hay una ficción que se va tejiendo, medio de tensión. Me pareció interesante que hubiese algo biográfico, algo de las casas, algo de los objetos y una historia que se entrelazaba entre esta amiga y la protagonista. No se qué se lee del libro, pero esa era la idea.

Vas tomando cosas de lo que te va pasando…

Sí, eso seguro.

…y vas jugando con eso.

Claro. Me parece que siempre hay un momento previo de escritura que es esto: hay una situación que me interpela, que me molesta, que me llama la atención de alguna manera y, bueno, lo escribo. Después creo que el proceso de edición es otro: qué genero con estos poemas, qué tensión se va armando, cómo crece, cómo baja. No sé, lo que sea, que es más racional si querés.

¿Primero es pensando en vos y después empezás a pensar en el lector?

Claro, primero escribo porque lo necesito. Eso es lo que veo diferente con la narrativa, que es más pensando en cómo invento una escena. Con la poesía necesito procesar un montón de cosas a partir del texto y recién después lo puedo editar más racionalmente.

¿Qué se transforma de Amiga cuando hacés la performance con Fernando Toth?

Cuando empecé a postear en Facebook los poemas, Vera -otra amiga- me dijo: “che, son re canciones, está para un disco”. Toth leyó ese posteo y nos juntamos. Él trabaja de una manera re interesante, porque es antropólogo además de músico. Entonces, me pidió que llevara tres discos míos y él les iba a sacar los beats. Me dijo: "tienen que ser discos que te gusten mucho, que sean representativos". Yo me acababa de mudar, no tenía discos, pero llevé tres re bizarros: Casa de Natalia y La Forquetina, un simple de cuatro temas de las Spice Girls y El amor después del amor de Fito. A mí Fito no me gusta, pero bueno, tenía ese disco.

Ah, no eran los que más te gustaban.
No, eran los discos que habían resistido a las mudanzas. Se los llevé, ahí empezamos a probar y modifiqué un montón de poemas por cómo los decía y por el ritmo. Siempre improvisamos. A veces sale más apagado, a veces más arriba, depende del momento. Me encanta. Es interesante lo que pasa, es una cosa muy de trance. Ahora los poemas de Amiga no los leo casi nunca en público, a menos que sea con lo de Toth. Sin eso me resulta raro, medio goma, y con lo de Toth me parece más un mantra de fiesta, me gusta más. Lo hicimos en lugares re distintos: en una escuela a las diez de la mañana, en La Noche de las Librerías, en una fiesta. Es re divertido.

Alguna vez dijiste que tus escritoras favoritas eran Idea Vilariño y Juana Bignozzi. ¿Por qué?
Es que son para mí dos poetas re fundamentales. Me parece que trabajan muy bien la amistad, lo femenino, la militancia, lo breve, el amor. Me re gustan. Ahora también me gustan mucho Eileen Myles y Dorothea Lasky, dos norteamericanas. Trabajan con algo que me está interesando que es un poema más extenso, como el poema que lo podría decir todo. Sus poemas pueden durar tres páginas. Van desencadenando y extendiendo todo hasta vaciar de sentido. Además trabajan mucho con la palabra como algo mágico.

¿Vas estudiando tu poesía a partir de la poesía de otrxs?
Sí, puede ser. Creo que de alguna manera te van tomando tonos. Después del libro Amiga, no escribí más poemas así. Lo pude cerrar y empezar a escribir otra cosa. Me interesa ir armando cosas distintas. Ahora va a salir una plaqueta mía de poemas re cortos y para el año que viene estoy armando un libro con poemas larguísimos. Entonces, voy buscando influencias de lo que me interesa trabajar.

¿Y siempre es con un concepto que abarca todos los poemas?
No siempre. La plaqueta sí, trabaja con un tema, toca el tema del amor. El de los poemas largos se va a llamar Ahora estoy parada y tiene que ver con detenerse y mirar. Son largos porque es esa cosa de lo abrumante. Como editora, no me interesaba cuando me llegaba material de “te enchufo toda la antología de textos que escribí en cinco años”. Porque no se armaba ningún tipo de coherencia. No hace falta que sea un tema, pero sí que haya algo que los una.

Si jugamos a separar, salgo de Malena poeta y voy hacia Malena persona. Suele pasar que, en el relato que hacen les artistas de su propia vida, encuentro mucho de su poesía.

¿Qué cosas te provocan angustia y cómo desenchufás de esa angustia?
Cocino. Me gusta mucho cocinar, es la cosa que más me desestresa en la vida. Le cocino a todo el mundo. No por hambre, necesito ponerme a producir, es como que me limpia la cabeza. Y otra cosa que hago todo el tiempo es ir a la feria de Parque Centenario y comprar boludeces (se ríe). Son las dos cosas que hago, no tengo mucho más. Bueno, leer. Pero cuando estoy muy pasada necesito salir a caminar, irme a la feria o cocinar. Y las cosas que me generan angustia son muchas. No podría enumerarlas, cualquier cosa me puede generar angustia (se ríe).

¿Es como ponerte unos anteojos y ver todo desde ese lugar o más bien son cosas que pasan afuera y te provocan angustia?

Creo que me tapa todo. Todo me empieza a molestar, a sobrepasar. Una cosa que no me gusta mucho es cuando hay algo que no puedo manejar. Soy muy controladora de algunas cosas y cuando se me van de las manos, me super angustia.

Dijiste que la plaqueta de los poemas cortos es sobre amor. ¿Cómo te sentís en relación con el amor romántico hoy, en este momento puntual del feminismo?
Me pasa que -es algo que estuve hablando con Mica- creo que toda la precarización laboral que vivimos como generación nos llegó a lo afectivo. Y -decíamos- eso se traduce en contratos emocionales precarios: cada vez exigir menos, demandar menos, sufrir más. Me parece que cada uno se va relacionando con las personas de distinta manera. No es que digo: “va la monogamia” o “va la poligamia”, creo que es una cosa que se va construyendo en cada vínculo. Pero sí siempre está bueno que haya respeto y comunicación. Últimamente lo que pasa es que hay mucho enrosque: que si comunicás de más, que si comunicás de menos. Me parece que lo que importa es relacionarse con el otro desde un lugar de empatía mínima, básica, y eso está re faltando. Y, por otro lado, me está hinchando mucho todo el tema de las etiquetas de soy pansexual, bisexual, larara. Pienso que esa etiqueta, en vez de generar algo más cómodo, genera algo más incómodo, como una división. Hace poco un amigo me contó que una piba le dijo: “qué te haces el gay, si vos estas con pibas”. Y es como: ¿qué te metés con cómo él vive eso? Hay una cosa de ser paquetitos que están en el supermercado, cada uno con su etiqueta y su forma de vida acorde a eso. Siento que todo en realidad es más flexible. Está buenísimo estar en este momento, para poder vivir cómo se cayó el relato patriarcal de lo heterosexual como única forma de manifestación de la sexualidad. Pero tranca, no hace falta que todos tengan una etiqueta ahora. Simplemente, con que se haya caído ya es un montón. Aunque no se cayó del todo, pero sí en nuestro pequeño ambiente. Y después, con respecto al amor romántico: me crié viendo comedias románticas, soy un poco romántica, pero juego un poco con eso. Esta plaqueta se llama Perdón, te dije que te quería y es bastante melodramática. El poema que le da el nombre es eso, pedirle a alguien perdón por decirle que lo querés, porque es fuerte. Hay un juego super melodramático. Es una plaqueta que escribí hace mil años y que salga ahora es medio gracioso también, porque esta persona va a decir: “¿qué le pasa a esta piba? ¡Pasaron tres años!” (Risas). Pero me parece divertido, como una puesta en escena, que se mezcle todo.

Sos acuariana. ¿Cómo sos vinculándote? Con gente nueva, con amigues, etc.

Sí, soy acuariana. O sea, me vinculo mucho con gente, soy muy de tejer redes, de tratar de conectar personas. Si sé que vos haces esto y tal hace lo otro, los conecto. Me gusta, lo disfruto y lo hago desde siempre. También, a la vez, soy muy cerrada. Yo re creo en la Astrología: soy acuariana, pero tengo la luna en Cáncer, lo que me hace ser una persona bastante resguardada. Puedo ser sociable y está todo bien, pero llegar al plano íntimo me cuesta. Oscilo entre: “quiero que haya trescientas personas en mi casa, todos juntos comiendo asado” y “por favor, necesito estar sola media hora”. Cosa que es muy difícil de lograr en esta casa.

Y con la gente con la que no coincidís en ideología y te la cruzas en la vida, ¿podés vincularte o te cuesta y chau?
No, es verdad, en ese sentido soy más tajante. Llegó un momento de mi vida en que hay cosas que me dan paja y me van a dar paja siempre. En el sentido de que no me vinculo con un macrista o una macrista. Si lo fuera mi amigo de toda la vida, sería otra cosa, pero por suerte no me pasó. Me cuesta construir un vínculo desde algo tan diferente. Y también, sostener lugares de pelea. Soy una persona iracunda, pero cuando me enojo fuerte es con gente que es muy amiga, como con ese permiso de lo íntimo. Pero, no sé, no sé cómo soy, lo estoy pensando ahora (se ríe).

¿Sentís que te dejás transformar por lo diferente?
No, soy medio cerrada. Como soy controladora, me cuesta entrar en circuitos distintos, me manejo en un ambiente y me cuesta salir a otros espacios. Hay cosas que para mí son de determinada manera. Si me agarrás en un buen día, te la super charlo y me re copo, pero en general como sé lo que quiero y más o menos lo que me gusta, me quedo en ese plan. Hace mucho que no tengo amigos nuevos.

Pasamos de Malena personal a Malena librera. Y después ya vamos y venimos.

¿Por qué la librería se llama Luz Artificial?
No tiene mucho sentido. Un día empezamos a boludear con la idea de poner una editorial, pensamos un nombre y salió ese. Nos gustaba la idea del brillo. La luz artificial es como una cosa que se propaga, no me acuerdo bien cómo era la explicación. Después pensamos en hacer la librería y fue como casi cósmico: tuvimos esa charla, al toque yo cobré una plata que estaba trabada hacía un montón de tiempo y a la vez una chica que vivía en donde ahora está la librería se fue de un día para el otro. Entonces, dijimos: “este es el momento, nos quedamos con ese cuarto”. Y nos parecía que el nombre estaba bueno para una librería, porque hay algo también de la luz de la lectura. Francisco Garamona, el editor de Mansalva, nos dijo que tenía una revista que se llamaba así y pensaba que era un homenaje.

¿Vas eligiendo lo que te gusta? ¿Leés cosas que no te gustan? ¿Cómo es?
Elegimos bastante, marcamos el catálogo bastante. Hay cosas que nos parece importante tenerlas y otras que están porque abrimos la consignación con una editorial. Leo mucho porque para recomendar hay que tener una idea. Si me piden novelas de tal tema, siento que me tengo que poner a leer sobre ese tema. Y después está lo que yo leo, que en general es lo que no se lee nunca, son cosas que no le importan a nadie, escritores hablando de escritura, ensayos. No es lo que más sale. Este mes puntualmente estuvimos leyendo poco, pero la idea es tener margen para recomendar.

¿Hay cosas puntuales que te parecen que no funcionan o que no te llaman la atención en la poesía?
Me interesa más una poesía ligada a la imagen o a lo concreto. No me gusta mucho el lirismo. Salvo algunos casos, como Gabriela Bejerman, que es un poco lírica y me gusta. Pero no me interesa cuando hay una ostentación del uso del lenguaje y a la vez un enrosque, un ocultamiento constante de lo que se quiere decir. Me parece que es un menosprecio al lector esa cosa de “y no vas a entender un pedo de lo que estoy hablando porque es mi propio código”.

Te deja afuera.


Sí y te pide un montón de competencias como lector que me parecen muy segregadoras. Me parece que es lo que hace que a la gente le ofrezcas un libro de poesía y te diga: “No, la poesía no es para mí”. No, la poesía es re para vos y para todes nosotres. Y, bueno, hay un montón de gente que tiene esa propuesta que es válida, pero que a mí no me interesa, me irrita. Creo que es algo muy ligado a que fui un millón de años a taller con Margarita Roncarolo, a aprender a ver qué querés decir y que se entienda lo mejor que se pueda lo que querés decir. Es el trabajo con la imagen siempre y particularizar, no esa cosa de “el abismo”, “el amor”, “la nada”. Son esas palabras que parecieran incluir todo, pero ¿cómo se ve eso en lo que vos querés decir? ¿Cuál es tu abismo, tu vacío? Igual tengo “el vacío” en un poema, también cometo esos errores.

¿El feminismo te tranquiliza o te angustia? ¿O las dos cosas?
Las dos cosas. El feminismo es un movimiento revolucionario y está bien que me tranquilice y me angustie. Me parece que nos viene a poner en cuestión constantemente. Lo que no me gusta del feminismo es la obstrucción del pensamiento. Ahora, por ejemplo, vamos a hacer una charla en la librería sobre violencia y escrache. No me gusta cuando el feminismo deviene en dogma. No me interesa pensarlo desde ese lugar, de que todo sea blanco o negro, de que si te detenés a pensar, sos una encubridora o un abusador. Hay un montón de cosas que se están poniendo en una especie de revisionismo histórico y es muy fuerte. Como mujeres nos pesa mucho, porque es mirar toda tu vida para atrás y empezar a pensar un montón de situaciones de mierda. Situaciones que te angustian, que está buenísimo que estén visibilizadas y constantemente sobre el tapete, pero que también nos dejaron rotas y hay que hacerse cargo de que nos dejaron rotas. No sé, estar escuchando durante cinco meses la palabra aborto en todos lados si abortaste, te hace un poco mierda, te hace revolver un montón de cosas. Es difícil. Lo del escrache lo venimos pensando porque nos empezó a pasar que venían muchas chicas a contarnos situaciones, escraches, a decirnos que no sabían qué hacer. Y, entonces, pensamos que es re fuerte como escritoras, porque el escrache es uno de los pocos casos en los que un texto cobra consecuencias instantáneas en lo real. Ponés un texto en una red social y se vuelve automáticamente cierto e inapelable. Desde un lugar casi binarista; porque si sos mujer, tenés concha y sos heterosexual, ya está, es cierto. Eso hace que se tomen posiciones con las que quizás no acordamos. O sea, hay un montón de discusiones que ya estaban saldadas. Yo no estoy de acuerdo, por ejemplo, con la pena de muerte, pienso que las cárceles son una mierda. Y de repente ahora es como: “sí, vamos a apedrearlos, a matarlos, a dejarlos sin trabajo y que ojalá se mueran en un hueco”. Y no, paren, vamos a pensar. No es solo dar vuelta la tortilla. Siento que es más ver cómo construir algo mejor desde otro lugar. Me parece que expulsar, limpiar y visibilizar puede haber sido un buen primer momento, pero hay un segundo momento de pensar. Porque alguien dice “un chabón me pegó” y listo, ya no se puede dialogar. Empiezan a haber un montón de acusaciones entre mujeres, de peleas. Creo que es necesario que nos detengamos a pensar un poco qué carajo estamos haciendo cuando escrachamos a alguien, por qué, en qué estamos siendo violentas nosotras también, entre nosotras y con ellos. Me parece re importante detenerse a pensar. Pensamos en la charla y va a venir Mau Nadaja para hablar desde un punto de vista más psicológico, también una periodista feminista y una gestora cultural. Necesitamos herramientas para sostener algunos grises, porque algunas cosas sí son blanco o negro, pero otras están en el gris absoluto. Estamos muy hechas mierda y está bueno apoyarse en ese “che, la verdad, no sé qué hacer” y no en “bueno lo que hay que hacer es esto y punto”. Eso me parece interesante. No sé qué saldrá de la charla.

Bueno, preguntas. Preguntarse cosas.
Sí. Es eso: preguntas. Sí, absolutamente.

¿En qué crees? ¿Dios, el cosmos, nada, qué?
Oscilo un poco entre creer en una especie de destino, espiritualidad, etcétera, y ser absolutamente descreída de todo. No sé. Ah, creo mucho en la palabra, posta. Creo mucho en la palabra como conjuro, como canalizadora, como convocante. Me parece que en la poesía hay algo muy de ritual que es re interesante. El texto escrito de alguna manera va generando cosas, no sé a partir de qué tela del universo, pero creo un poco en eso. De hecho, hace dos años empecé a escribir una novela en la que escribí cosas que después fueron pasando. Hace poco hablaba con un amigo escritor y decíamos que a veces, en el primer momento de escritura, es como si te tomara algo que no sabes qué es, como una especie de voz. Escribís y después eso tiene ciertas consecuencias en la realidad que son medio inexplicables.

¿Escribís en cualquier momento, cualquier día, en cualquier lugar o tenés que tener una situación particular?

Ahí puedo hacer un link con lo místico: creo que en ciertos momentos te toma la necesidad de escribir y, cuando no escuchás ese impulso que es AHORA, perdés el poema. Me ha pasado un montón de veces de sentir que es ahora-ahora y no tener para escribir o estar en otra situación o estar acostada, no levantarme por pajera y después decir: perdí el poema. Pero eso de sentarme a escribir todas las mañana no, no puedo.

¿Qué zanahoria tenés adelante ahora para caminar?
El deseo de poder seguir viviendo de la literatura, ir generando una especie de luz -en el sentido de que queremos hacer residencias, talleres, crear un espacio de intercambio de la escritura- y de poder publicar la novela que estoy escribiendo. No sé, hay una crisis económica de la re concha de la lora, entonces, es como un delirio nuestro proyecto basando en la nada. No, no en la nada, basado en mucho deseo. Lo fundamental es que hay mucho deseo y, a partir de ese deseo, fueron pasando cosas que yo pensaba imposibles. En enero estaba trabajando en cinco librerías porque no tenía plata para cargar la sube, y yo decía: “nunca en mi vida voy a poder tomar las decisiones de los libros”. Y haber logrado eso es re fuerte. Obviamente, siento que hay mucho para mejorar y crecer sin ansiedad. Eso versus una economía que te dice volvé a laburar mil horas porque no sé cómo vas a vivir. La zanahoria sería poder sostener y hacer de esto una posibilidad de sustentabilidad económica que me permita hacer lo que más me gusta: escribir y leer.

Hablamos un poco más de su Sol en Acuario, su Luna en Cáncer y su Ascendente en Géminis.

Qué raro incorporar la energía de Géminis.

Es re fuerte y estoy rodeada de geminianes. Me cuesta mucho la energía de Géminis, no la soporto. A la vez está buena, porque mi socia es geminiana y discutimos mucho porque yo soy más de hacer y ella es más de dudar. Y esa duda me está haciendo detenerme más y eso es interesante, porque en el detenimiento veo cosas que antes no veía, tanto para la escritura como para la gestión o lo que sea.

Sol y Ascendente en signos de Aire. ¿Tu espacio de sensaciones lo tenés que buscar para crearlo y que no pase todo por la cabeza?
No, para mí lo que escribo es re de la Luna en Cáncer.

Escribe la Luna.

Escribe la luna. Una vez, antes de saber nada de Astrología, había escrito un poema que decía algo así como “el agua que desborda y derriba todo”. No sabía bien de dónde había salido y la astróloga me dijo que era la Luna en Cáncer que estaba en tensión con todo lo que es aire y eso me abrumaba. Fue loco haberlo escrito sin saber una mierda, pero era eso: el agua de Cáncer como diciendo “che, acá hay cosas, miralas”.

Última: ¿Qué pregunta te hacés y todavía no te podés contestar?
Supongo que la pregunta que se hace todo el mundo: para qué estoy acá (se ríe).

Interrumpo esta respuesta para decirles, lectores, que en lo que sigue me quedo flasheada. Ocurre que en el medio de la entrevista me surgió el deseo de preguntarle algo que hace tiempo me vengo preguntando en mi vida y que sentí de pronto que Malena podría darme una respuesta. Pero lo dejo pasar. Y curiosa o mágicamente es lo que ella misma se viene preguntando y no se puede contestar. Por eso es hermoso que me hable de eso y que encima intente una respuesta:

Y me hago una pregunta por la percepción, porque tengo un gran problema de falta de percepción de lo real, de qué es lo real. Esa podría ser una pregunta. Porque creo que escribir es una forma de entender lo real, de entender qué es lo que está pasando. Al menos por eso escribo yo: qué es lo que está pasando, vamos a mirarlo. Esa cosa de decir: bueno, en realidad no existe lo real, existen relatos de lo real y un cómo conviven esos relatos: el relato legitimado socialmente, el relato legitimado en un entorno, el relato de cada persona. El vínculo con los otros sería la pregunta. En todos los formatos que escribo, escribo sobre eso. Creo que todes escribimos sobre eso: los vínculos, cómo se arman los vínculos, cómo construyen los vínculos su relato. Una dice: esto claramente era así y nadie me iba a decir que no era así, porque era así. Y, de repente, no, no, no. Y está bien, bueno, escribiste algo de eso.
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Fechas de eventos que menciona:

-Charla sobre violencia y escrache: miércoles 12 de diciembre de 2018

-Presentación de la plaqueta Perdón, te dije que te quería: jueves 20 de diciembre de 2018

Facebook de LUZ ARTIFICIAL: https://www.facebook.com/LuzArtificial

martes, 10 de julio de 2018

ENTREVISTA A NAHUEL BRIONES


“El humor es nuestro escudo más poderoso frente a lo horrible de la cotidianidad”



Si esta fuera una entrevista normal, comenzaría diciendo que me encontré con Nahuel en un bar o que le visité en su casa de Parque Patricios. Describiría cómo estaba vestidx y contaría si conversamos entre silencios o risas. Enseguida, desplegaría las preguntas y las respuestas de la charla, que hubiera transcripto días después en mi casa. Nunca hablaría de mi casa ni de mí. Probablemente, mencionaría que Nahuel llevaba las uñas de las manos pintadas con esmalte fucsia y que las movía al hablar. También podría referirme a mi percepción de su energía ese día, de su estado anímico. Pero no. No sucedió de la forma tradicional. Y considero que eso encaja perfecto con quien entrevisté, con su obra y, sí, con su actual reportera.

A mediados de diciembre de 2017, en una publicación de Facebook, un joven destaca la canción “Martes de mediodía”. Agradece porque dice que lo ayudó a sobrellevar una ruptura amorosa. La curiosidad me teletransporta a Youtube. Es amor a primera oída. Tengo la mala costumbre de picotear canciones y no dar oportunidad a los discos enteros. Sin embargo, escucho Guerrera/Soldado cuatro veces el primer día. Googleo a ver quién está detrás y no encuentro más que una entrevista a Nahuel en un programa de radio. ¿Cómo es que este disco no es superconocido? ¿Por qué aún nadie llenó de preguntas a estx gran músicx? Pienso que a mi juego me han llamado. Lx contacto por mensaje privado de Facebook y le propongo la entrevista.

Cuando me contesta, tres días después, ya me sé todas las letras del disco, y también –al haber investigado mejor– que existen varias entrevistas, que ya tiene una carrera en el under y que es unx de lxs recientes ganadores de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires. 

Acepta mi propuesta, me pasa su número de teléfono para coordinar y agrega que prefiere hacerla vía mail si se publica escrita. Eso último me desanima, pero en ese momento no se lo digo. Mes y medio después, voy caminando por la calle casi bailando –como cada vez que escucho la canción “Sailor Moon”– y vuelvo a sentir que necesito hacer una oda al disco y que el medio ideal sería una entrevista a su autorx. Entonces, le escribo por WhatsApp. 

Propongo algo intermedio: coordinar un día y chatear. Así al menos puedo repreguntar. Soy consciente de que no tengo un medio gráfico y por eso entiendo que no te entusiasme. Pero la verdad es que me parece que por e-mail pierde toda la magia.
¡Hola! Te propongo otra cosa parecida: tengamos una conversación real de WhatsApp. Mandame pregunta, cuando puedo te respondo, cuando podés me mandás pregunta, etc. No tengo problema con que dure días. Pero coordinar un horario en este momento me parece re difícil. ¿Qué pensás?

¡Hecho! ¿Puedo preguntar de cualquier tema o preferís que me aboque a lo musical?
Preguntá sobre cualquier tema y, si algo me incomoda, te lo voy a decir.

15 DE FEBRERO DE 2018. Arrancamos.


Según leí, la música ocupa casi todo tu universo desde siempre. ¿Te hubiera gustado dedicarte o te fascina alguna otra actividad?
Cuando era muy chico quería ser actor. Mi plan en la vida era ser Jim Carrey. A los 6 o 7 años ya era muy amante de la música y quería ser baterista. Estudié guitarra, bajo, piano y canto, e hice una carrera de composición. Sin embargo, nunca estudié batería. En algún momento me interesó mucho escribir. Escribía mucho. Y leía muchísimo, todo humor siempre: Leo Maslíah, Woody Allen, Groucho Marx, Alfredo Casero. Me descargaba los guiones de The Kids in the Hall y de Les Luthiers. Ahora soy unx pésimx lectorx y ya no escribo más que letras de canciones. No sé si te estoy respondiendo, jaja.
Creo que me hubiese gustado ser actor, humorista y escritorx o guionista de humor. Nunca me animé. Me parece que para escribir humor hay que sentir la certeza de que algo va a ser gracioso, aunque lo estés escribiendo solo en tu casa, y eso me abruma. Con las canciones siento que es un poco menos subjetivo.

¿Y tenés antepasadxs artistas?
No tengo familiares que se hayan dedicado al arte. Unos primos tuvieron una banda punk y ahora tienen una banda de cumbia. Y tengo un tío que es abogado y actor. Pero lo de la fascinación con la música y el arte y lo de no poder soportar dedicarse a otra cosa fue una falta de adaptación social mía.

¿Por qué “falta de adaptación social”?
Porque desde chicxs nos someten a la tortura de la escuela solo para que entendamos los horarios y los tiempos del trabajo que al día de hoy sigue siendo esclavitud, aunque se hayan logrado unos cuantos derechos sociales. La escuela nos enseña a levantarnos a horarios jodidamente de mierda para encerrarnos 8 horas (yo iba a jornada completa) en una institución, en un edificio frío, hasta estar lo suficientemente cansadxs como para no querer hacer nada más que dormir. Y, eventualmente, vivir los fines de semana. A mí siempre me fue muy bien en la escuela, cosa que demuestra que pude adaptarme bastante, pero veía cada materia como un obstáculo que tenía que lograr pasar para dedicarme a lo que me gustaba. Ya a los 14 años estaba segurísimo de que quería dedicarme a la música y cuando terminé el secundario empecé a hacerlo: la música como término hiper amplio. Di clases de guitarra, programé bandas en un bar, hice sonido en vivo. Ahora hago más o menos lo que tengo ganas de hacer todo el tiempo. Conocí mucha gente talentosísima que necesitaba horarios fijos y cobrar lo mismo todos los meses y que no tuvo problema en ceder tiempo de su vida musical para tener más plata. Yo ya tengo una base de bajón constante aun haciendo lo que amo. Si me dedicara a otra cosa, muy probablemente, jugaría al ahorcado sin letras.

Entonces, en este caso es una virtud tu falta de adaptación social, ¿no?
No sé si es una virtud. La mayoría de los artistas increíbles que conozco son personas que realmente no pudieron funcionar en el esquema de la rutina y de la prudencia en las palabras. Si decís lo que pensás todo el tiempo, es imposible trabajar con jefes o directores que te piden que seas más idiota de lo que sos. En general, en los trabajos comunes a los que acceden lxs jóvenes, la creatividad no se desarrolla, más bien todo lo contrario. Hay una línea muy delgada entre tener una necesidad vital de crear y de expresarse y ser un inadaptado social.

Esto que me estás diciendo es un poco de lo que hablás en la letra de “Soldado”: "Vi caer a las mentes más nobles de toda mi generación/ reemplazar cumplir un sueño por ser o tener un dueño". ¿Te desilusiona eso de la gente?
Esa frase de "Soldado" creo que hace referencia al amor romántico. Me desilusiona cuando gente que tiene mucha belleza para aportar al mundo prefiere el combo clásico de la parejita, la casita, el autito y el bebito. Quizás allí radica su felicidad y yo no soy quien para desaprobar eso, sólo me genera tristeza toda la obra o el talento que nos niegan a todo el resto de la humanidad por seguir con la herencia que nos dio la Inquisición y la familia. A lo mejor, el proyecto familiar es mucho más interesante y profundo que el viaje del arte (que es bastante randómico y poco claro). Alcanzar tus objetivos, vivir paradx en tu horizonte puede estar bueno también. No lo sé.

Me interesa lo que recién dijiste sobre que tenés una base de bajón. Publicaste hace poco en tu muro de Facebook: "Si hay algo que permanece en mi vida, eso es la angustia y la inseguridad". ¿Por dónde viene esa angustia?
A medida que fui creciendo y abandonando algunos dogmas en los creía, empecé a sentirme más solx. No es nada raro. Tampoco es una depresión. Lxs que no somos depresivxs creemos que la depresión es simplemente estar muy triste y no, eso es simplemente estar muy triste. Pero sí, no te voy a negar que, pese a que cada vez vivo situaciones más emotivas a partir de mis canciones, siento una angustia constante que me acompaña en cada momento. Me la olvido un poco cuando estoy arriba de un escenario y veo en el público caras que me demuestran que algo está pasando con lo que hago, pero el resto del tiempo pienso que nada tiene mucho sentido. Volviendo a lo que te dije antes, para mí el humor es nuestro escudo más poderoso frente a lo horrible de la cotidianidad. También, vivimos en un país plagado de fachos. Pensar que posiblemente no vea un mundo mejor me angustia zarpado.

17 DE FEBRERO. Le paso tres preguntas juntas.

Estoy contradiciendo la propuesta de una pregunta una respuesta, porque sé que te aburrís fácil. Entonces, trato de meter la mayor cantidad de preguntas.
Jajaja. No me estoy aburriendo. No te preocupes. Me encanta esta modalidad de entrevista. Tus preguntas están buenas. Te respondo todo en unas horas.

Hablemos del disco. Guerrera/Soldado. Una vez dijiste que en las letras te gusta jugar a hablar desde diferentes personajes ficticios. ¿Es posible crearlos sin haber atravesado vos mismx ese recorrido de emociones e intensidades?
Posible es. No es fácil. A algunos cancionistas les sale con más naturalidad que a otros. Los Beatles fueron muy creativos inventando historias, personajes y experiencias. A mí no me sale tan fácilmente. Lo que en general hago (o creo que hago) es tomar una experiencia personal y exagerarla muchísimo para llevarla al drama o al humor. O ambas a la vez.

En otra oportunidad, dijiste que el disco refleja un rechazo y un cuestionamiento a las instituciones, puntualmente a la del amor romántico. ¿Cuáles son -si tenés- tus propias contradicciones respecto a eso que cuestionás?
El disco cuestiona algunas instituciones establecidas como la Policía, la Iglesia y también el amor romántico. Las contradicciones que tengo con el amor romántico no son nada nuevo ni creo que sean demasiado originales. Hay algo de la adicción al otrx, de la necesidad de que esté en tu vida y de la sensación de que completás la vida del otrx que claramente me gusta sentir, y si no lo pienso demasiado, puedo meterme muy profundamente en esa locura de la codependencia. Después recuerdo que la libertad individual es todo y bla bla bla bla bla, pero no voy a negar que tengo que pasar todo por un filtro racional y pensar mucho para no dejarme tentar por la falopa del corazón.

Pasados cinco meses de la salida del disco, ¿entendés por qué tiene tan buena llegada al público?
No tengo la menor idea. Fue muy sorprendente. Durante todo el proceso de composición y grabación de Guerrera/Soldado sentí que era un disco para mí y que no le iba a gustar a nadie, que iba a decepcionar profundamente a los que habían disfrutado del disco anterior y que quizás perdiera público. Una estupidez. De todos modos, no me importó, quería hacer ese disco de esa manera, con esas letras y con esos instrumentos, separando las canciones en dos supuestos EPs, uno electrónico y otro acústico. Hice lo que tenía ganas de hacer, compuse unas 40 canciones y seleccioné las 11 que me parecían que convivían mejor, dejando afuera unas 6 o 7 que me gustaban mucho. No sé por qué a tanta gente le gustó este disco, pero supongo que tiene que ver justamente con hacer lo que uno tiene ganas y no estar especulando con qué cosa le va a gustar al público o de qué manera modificar lo que hacés para que le llegue a más gente. La verdad que desde que pienso solo en el arte me va mucho mejor.


El 18 de febrero le mando más preguntas. Acá ya pierdo la noción de la cantidad de cosas que le estoy preguntando, recién me percato al momento de publicar la entrevista. Responde casi diez días después. En el medio, atajadas mías porque no sé medir por WhatsApp qué tantas ganas tendrá de seguir y disculpas de él porque tarda en responder.


27 DE FEBRERO.

¿Aburrirse y angustiarse fácilmente se ligan de alguna manera?
Creo que sí, por lo menos en mi caso. Me pongo metas muy altas, porque si no, me aburro y me deprimo. Pero soy tan obsesivx que cuando las alcanzo me deprimo más, jaja. Lo que más me aburre es saber lo que va a suceder. Necesito encontrarme mediocre en ciertas cosas para trabajarlas y mejorar. Cuando participo de proyectos en los que siento que no se me exige nada, empiezo a sentir que se me va la vida y vuelvo a tenerle miedo a la muerte. Flasheo.

¿Qué obras artísticas te propusieron una mirada distinta a la que tenías y por qué?
Me cuesta muchísimo responderte esto porque son muchas, inclusive algunas que ya no me gustan. Musicalmente, puedo nombrarte algunas cosas que me marcaron muy de niño: María Elena Walsh (muchísimo, tanto sus discos como sus libros), Leo Maslíah (ídem), Deep Purple, León Gieco, Charly García y King Crimson, por ejemplo. De chico flashé con los libros de José Mauro de Vasconcelos, con lo que leí de Borges, y era refan de Arthur Conan Doyle y de Pablo De Santis. En el mundo de la pintura, Miró me fascinaba, me gustaban mucho los gordos de Fernando Botero. A los 18 años vi Las damiselas de Avignon en el MOMA y me puse a llorar. Los mundos de Dalí me encantaban y también me habían impactado las imágenes que había visto en libros de Pollock y Rothko... En el cine lo primero con lo que flashé zarpado fue con Chaplin, luego con Woody Allen, con los hermanos Marx. Ya te dije que era refan de Jim Carrey, así que todas sus películas eran parte de los videocassettes que había comprado en el Parque Rivadavia y veía seguido. En el mundo de la TV, fui muy fan de Cha Cha Cha, aún conservo un centenar de vhs de Cha Cha Cha y TodoX2$. Me volvía loco Mister Bean, Monty Python's y Kids in the Hall. En el mundo del Teatro, me encantaba Fernando Peña y Les Luthiers. Bueno, obviamente también dibujitos animados, pero no recuerdos cuáles. Todo esto de muy chico, eh, 6 o 7 años y ya estaba fanatizado con el arte.

¿Todo de chico? Te cambiaron la mirada, pero a la vez era una mirada primaria, de niño.
¡Tenés razón! La verdad es que me FORMARON una mirada. Pero en ese momento en la tele ya existía Videomatch y a mí me gustaba. Y también pasaban a Olmedo y Porcel todavía. O sea que el mundo horrible ya existía, estos artistas me ayudaron un poco a mirar desde otro lado.

¿Cómo te sentís con la situación actual política del país? ¿Te interesa el debate con gente que opina distinto a vos?
Me interesa MUCHO el debate con gente que opina distinto a mí. El problema es que hace tiempo que no escucho opiniones, escucho esto a lo que ahora se le llama “posverdades”. O sea, esto de que si sos kirchnerista, ya sabés que a Santiago Maldonado lo mataron y si sos macrista, ya sabés que se ahogó. Pero también funciona al revés, porque si pensás que lo mataron, sos kirchnerista, y si pensás que se ahogó, sos macrista. Y no hay nada más. Es para pegarse la cabeza contra la pared y repetir: "¿En qué fallamos?" Hay un rebrote facho tremendo que me da náuseas y miedo. No puedo comprender por qué tanta gente le teme a la libertad del otrx, cómo puede ser que estemos tan atrasadxs en materia de derechos humanos básicos como el aborto.
La situación actual de la política en Argentina me pone muy triste. Yo ya estaba triste en el kirchnerismo, así que imaginate cómo son mis días con un garca como Macri de presidente con todo su grupejo de chetones que nunca pisaron tierra como ministros y diputados. La discusión de la gente llevada al nivel de si te cae bien o te cae mal unx políticx me parece muy pobre y le veo un panorama muy muy poco alentador a este país. Todos los días estamos un poco peor que ayer, y al que no le duele eso o es muy boludx o vive en un frasco o es realmente unx forrx que cuida de su familia y de los suyos y que el resto se pudra. Para mí el problema mayor de la Argentina es la confianza. Lxs argentinxs son personas que, en general, confían en lo que les dicen, creen lo que leen, creen lo que ven. Cuando llega Navidad, hay nenes que les cuestionan a sus padres que no puede ser que un hombre gordo barbudo les lleve regalos a todos los chicos del mundo, y otros que no se cuestionan nada. En general, lxs que no se cuestionan nada suelen ser más boludxs. Acá tenemos que desarrollar más la desconfianza. Un científico duda, desconfía e investiga para llegar a una verdad (que siempre resulta temporal, pero es su verdad por un tiempo). Si a vos te dicen en la televisión que la inflación bajó y vos te lo creés sin dudar o te dicen que los del gobierno anterior son todos unxs chorrxs y estos son unxs amiguitxs que te traen masitas para la merienda, y vos no dudás ni investigás ni desconfiás, lo más probable es que seas un boludo y que cagarte sea muy fácil. (Podés reemplazar a piaccere algún "boludo" por "idiota", "pelotudo", "tarambana", "marmota" o "bobote").
Tengo un poco de paja de responder el resto ahora porque las que se vienen me parecen las más interesantes y quiero responderte bien. ¿No te enojás si te contesto el resto mañana o pasado? Perdón por el timing, pero posta estoy haciendo mil cosas y contestar preguntas así no es tan simple.

No. Está bien. Hay tiempo, gracias. Mi jefa soy yo.

O sea que también sos tu propia esclava. Ja.

Lo cuestionás todo, Briones.

Sólo lo que puedo.

Las próximas respuestas llegan el 22 de abril, casi dos meses después. En el medio, intercambio de audios y le mando la lista de preguntas que me interesa hacerle. Al rato releo y le digo:

Las enumeré como el culo.

Responde por audio:

¿Por qué? 14, 15, 16, 15, 16, 17. ¡Está bien!

En mi época se contaba distinto.

Jeje.

Y agrega en otro audio.

Tu época es ahoraaa. Ah re hippie todo.

22 DE ABRIL.

Estamos en un momento de auge de la lucha feminista. Entiendo que sos de lxs que están en ese camino. ¿Registrás qué queda aún de machismo en vos?

Muchísimo queda. Me daría vergüenza decir que soy feminista. O sea, me siento así, claro, pero no siendo mujer y habiendo descubierto el feminismo hace menos de tres años me parece un poco chanta, un poco ladri levantar la bandera. Tengo una remera que dice "feminazi", la usé un par de veces y después me sentí un careta. La tenía puesta en España y estuve a punto de entrar a Alemania con ella y me di cuenta de que podía tener problemas, ja. A lo que voy: todxs tenemos un pasado y si bien podés cambiar y los cambios son bienvenidísimos, siempre (a menos que vires para la derecha) toda mi vida de niño, púber y adolescente la viví siendo un muchacho machista. Mucho menos que la gente que me rodeaba, muchísimo menos que los varones con los que me relacionaba, pero no me siento demasiado orgullosx de eso. No es difícil ser menos machista, menos homófobo o menos transfóbico que los hombres argentinos. Me conmueve zarpado lo que está pasando con el feminismo, siento que es como una banda independiente under que está llegando a un estadio. Tengo muchas amigas que amo profundamente que ahora están súper informadas, bien paradas y es hermoso haber vivido esa transformación de cerca. También me parece hermoso e increíble que quienes no somos mujeres nos empecemos a sentir incómodxs en situaciones. Inclusive cuando se nos malinterpreta; el solo hecho de tener que explicarnos bien y ser clarxs ya me parece positivo. Por otro lado, creo que se modificó groso la comunicación a la hora de tener una cita o de salir con alguien y yo, que soy un fan (de la época de Cemento) de la claridad y la sinceridad, me siento mucho más cómodx con las cosas claras.
Avancé un casillero, en cuanto pueda sigo.

Bueno, acordate de que podés contestar por audio. Antes de publicar te voy a mostrar cómo quedó, así que let it be. Mi idea era publicarla, pero ya no sé cuánto estoy forzando. Bueno, estoy medio en bebida. Beso.

¿En bebida? Ja. Pasala bien. No hay apuro para publicar nada, creo. Posiblemente terminemos haciendo la mejor entrevista que me hayan hecho.

“Embebida” quise poner. Pero no sé si significa borracha. Che, ¿puedo usar los intermedios? “Intermedios” creo que tampoco es la palabra.
Creo que son lo más interesante. Ja.

8 DE MAYO

En la letra de la canción Zigzag decís: “pero una cosa es la vida y otra la felicidad, como dos caminos en zigzag que en algún punto se cruzan”. ¿Podés mencionar algunas imágenes que se te ocurran de esos momentos de tu vida donde se cruzan?
Creo que buscarle un sentido a la vida es ridículo. Definitivamente no lo tiene, unx tiene que dárselo. Me la paso diciendo que lo único importante en la vida es ser feliz, pero después −cuando reviso mi agenda o recuerdo lo que pasó el año pasado y el anterior y el otro y el otro− me doy cuenta de que tuve poquísimos momentos de mucha alegría, que en general estoy re estresadx laburando un montón. Quizás el camino correcto sea el de la felicidad y, probablemente, andarlo toda la vida sea satisfactorio y beneficioso. Pero la vida es otra cosa. Otro camino, con decisiones jodidas (muchas en pos de que vengan cosas mejores después, pero jodidas al fin); con momentos estresantes que se cruzan con la felicidad, pero no todo el tiempo. Me re cuesta recordar momentos que sienta que fueron positivos para mi vida y que además fueron felices. En general esos momentos son más felices ahora, en el recuerdo, que cuando sucedieron.

Preferiste responder estas preguntas escribiendo, por si yo malinterpretaba al transcribir. Esto me lleva a preguntarte: ¿Te cuesta confiar en el otrx y perder el control?
No me cuesta confiar. Me entrego un montón. Pero antes necesito tener la certeza de que esa persona me va a agarrar si me suelto. Esa confianza la tengo en mucha gente con la que trabajo y hago proyectos, la tuve con personas que amé, la tengo con algunxs amigxs. Pero, lamentablemente, no la tengo con los medios en general porque me han pasado cosas muy desagradables. Desde un reportaje en el que el entrevistador decidió resumir todo lo que dije mezclándolo con frases de mis canciones −haciéndome ver como una persona a la que yo odiaría por descerebrado y pedante− pasando por una tremenda en la que me mandaron las preguntas para contestar y una vez respondidas decidieron cambiar las preguntas (!), hasta escribir párrafos enteros entre comillas con palabras que nunca usé, que nunca usaría y frases que no dije jamás. Por eso ahora pido siempre escribir mis entrevistas cuando se publican en modo gráfico, grabar (o salir al aire) mi voz cuando se emiten de modo auditivo o radiofónico, y filmarlas cuando se transmiten de modo audiovisual o televisivo. Me da pánico los rumbos que puede tomar el audio de la fusión de palabras. No es lo mismo decir "Acá llega Alicia" que "A Calle Galicia", no es lo mismo decir "Salvajes sus odios" que "Salva a Jesús, Oh Dios" pero suenan exactamente igual. Entonces, como ahí no es culpa mía ni del que transcribe esos fonemas como puede, siempre prefiero quedarme con una copia del texto original. Me sucedió una vez que una entrevista mía la compartió un escritor diciendo que yo era un idiota, porque di una opinión respecto de la relación entre los posteos y la poesía. Mucha gente me atacó y mucha otra compartió ese texto diciendo que yo era un cheto y un mediocre y bla. Me causó un poco de gracia el revuelo, debo admitir. Pero prefiero generarlo con algo que realmente dije y no con lo que el entrevistador o el editor entendió de lo que dije o quiso hacerme decir mediante su arma de comunicación masiva.

Se viene un nuevo disco, muy seguido del anterior. ¿Partís desde un concepto distinto que el de Guerrera/Soldado? ¿Cuál es tu desafío con el nuevo?
La idea original de Guerrera/Soldado era la de que fueran tres personajes. Salieron primero esos dos, porque si no, iba a ser un disco larguísimo. Pero ya estoy terminando el disco del tercer personaje. Se va a editar en julio de este año, si sale todo bien, y luego haremos una gira por Chile, Perú, Colombia y México presentando los dos discos juntos. La gira obviamente se va a llamar como los tres personajes juntos. El desafío fue el de continuar el disco anterior sin que pareciera del mismo artista, básicamente. No puedo contar demasiado por ahora. Lo único que puedo decir es que noté que, en general, en la música popular están las canciones de amor en presente ("amo lo que amas, yo te amo, te amo por amor sin doble filo"), las canciones de amor en pasado ("oh, vuelve, que sin ti la vida se me va") y las canciones de amor después del duelo ("el amor después del amor tal vez se parezca a este rayo de sol”). Pero que hay pocas que narren el comienzo del amor −que siento que es algo que más o menos hice en "Canción cataléptica" de mi disco El Cruce de los Unders− y de algo que todos sentimos alguna vez, pero que no sé si muchos hablamos sobre esto: el duelo del duelo. El vacío que te queda cuando la angustia se va, cuando ya no extrañás y cuando el odio/la decepción/el seguir enamorado o lo que carajo sea se van y no te queda ni siquiera el estar mal por la ausencia del otrx. Este disco que se viene creo que habla de esto casi todo el tiempo, del vacío dulce y elegante de la superación del duelo.

¿Vale saber el nombre?
Te puedo decir el nombre, pero lo haría confiado en que no se lo vas a decir a nadie. ¿Cómo hago? Bueno, termino acá por hoy, estamos cerca. Perdón por alargarlo tanto.

No se lo digo ni a mi gata.
Te estoy confiando algo muy importante, eh. Te lo digo.

Me lo dice. Cumplí en guardar el secreto. Ahora que ya salió el disco, puedo decir que hablábamos de El Nene Minado.

Gracias por confiar. Bien, Briones. Sos lo más.
Jaja, gracias.

Perdón, se me mezcla la fan con la entrevistadora.

Che, ahora necesito hacerte un par de preguntas. Porque yo termino los shows, saludo un poco y me encierro en el camarín, pero me gustaría saber qué te pareció el show del jueves, lo que me puedas decir al respecto.

Briones se refiere al primero de los cuatro shows que brindó en mayo en JJ Centro Cultural para despedir el disco Guerrera/Soldado, antes de arrancar la grabación de El Nene Minado. En principio, iban a ser solo dos shows, los jueves 3 y 10. Pero, a pedido del público “manija”, deciden agregar dos más.

Un poco te escribí en un comentario en Facebook. Es muy hermoso el público. Te chocás con alguien sin querer y tiene una sonrisa. Capaz te parece que no tiene nada que ver con vos eso, pero para mí sí. Después, opino que es muy disfrutable. Fui con una amiga que no te conocía y la pasó muy bien. La energía en tus recitales es muy buena y no superficial. Los del dúo Vergüenza ajena estuvieron geniales. El sonido, maso. Eso sería lo pedorro. Había gente moviéndose para encontrar un lugar en que se escuchara mejor.

Sí, sí, tuvimos problemas con el sonido. Nos fuimos medio enojados con ese asunto, pero pensamos que lo podemos resolver este jueves. Tocamos ahí en diciembre del año pasado y sonó re bien.

Sí. Yo fui en diciembre y fue distinto.

Ah, no sabía que habías ido en diciembre. Ese show sonó re bien.

¿Algo de eso me preguntabas o te estoy diciendo cualquier banana?
En verdad lo que más me interesa es saber cómo la pasaste vos, que te pasó a VOS con el show, con la lista de temas, etcétera.

No estaba preparada para el cambio de roles. Mi respuesta por chat fue insulsa, así que −siguiendo el modo de mi entrevistado−, me doy la licencia de elegir bien las palabras para hablar de mi experiencia como público. Aclaro que en mi entorno me tildan de fan porque asistí a los cuatro recitales. También piensan que estoy enamorada del músicx. No me hago cargo. No es mi culpa que la gente quiera meter al amor en cajas y clasificarlo.

El primer jueves fui junto con una amiga. Si te dejás llevar, en los recitales de Briones no parás de bailar. Los problemas de sonido se compensaron con el humor que suele ponerle Nahuel a los imprevistos en el escenario y con la potencia de la banda. De este primer recital conversaremos más en la entrevista. Esa noche, viendo la cara de las personas que se sabían las canciones de su disco anterior, decidí que debía soltar Guerrera/Soldado un ratito y darle oportunidad al Briones pasado.

Si describiera el segundo jueves, no podría dejar de mencionar la explosión del público. El escenario parecía trasladarse de arriba a abajo. Afuera llovía y hacía frío, adentro hacía calor y el piso era agua de sudor buena onda. Fui sola, así que pude darme el tiempo de observar con ojos de cronista y a la vez bailar extasiada como una más. Recuerdo que, cuando cantó “Zigzag” y habló de ese instante en que se cruzan la vida y la felicidad, pensé: “este es uno”. Esa noche ya estaba solucionado el tema del sonido. Saboreamos todas las canciones. Una de las letras más disfrutadas por todxs suele ser la de “Soldado”, bien podría ser el himno del nuevo amor romántico. Entre músicxs y público jugamos al juego de vivir por primera vez el beso en “Cuervos” de Nahuel e Ivi Colonna Olsen–cantante de Bife, quien lx acompaña con su voz poderosa en esa canción− y el salto desde el escenario de Briones y Daiana Leonelli –favorita de todxs− para unirse al pogo de “Sailor Moon”. Antes de irme, en el baño, comentamos con una chica sobre lo genial que había sido el show. Ella me dijo que conocía a Nahuel y lx escuchaba desde que compartían la escuela secundaria, que la alegraba que cada vez se sumara más gente. 

El tercer jueves me dolía mucho la panza. Fui igual, porque conocía el efecto transmutador de estos recitales y porque a esa altura ya sabía que “Oh, mi amor, no todo es color de rosa”, pues me había entregado a los encantos de su disco anterior: El cruce de los unders. En los días previos, habían avisado que durante el concierto filmarían“Bailamos”, uno de los temas del nuevo disco que ya venía siendo uno de los pogos de los últimos recitales. En mitad del show, Nahuel encendió leña al micrófono: “Les aviso que el público del jueves pasado les ganó en potencia”. Eso cebó a la gente, pero el fuego prendió cuando –en el falso final del show− se improvisó un pogo de “Bailamos”. La forma más hermosa de llamar a unx músicx para que vuelva es con su propia melodía. Como en los conciertos anteriores, Briones mezcló canciones de todos sus discos: pasado, presente y futuro. No me gustó mucho que “Martes de mediodía” se convirtiera –con el correr de los recitales− en un momento cursi: muchxs abrazades y él cantándole un poquito a cada unx. Pero vale decir que todxs parecían disfrutarlo. Pensé en saludar a Nahuel al final, pero preferí conservar la libertad del anonimato para poder seguir siendo una fanática exaltada sin-vergüenza.

El cuarto show fue una fiesta otra vez. Obviamente, me enamoré de Lucy Patané, que tocó primera. Fui con un amigo que no conocía la música de Briones y quedó encantado. Nuevamente fue alucinante registrar cómo mi cuerpo robótico fue soltándose hasta el punto de sentir que me movía como quería. En “Carpe Diem” estuvieron de invitadas las eficaces y magnéticas Miau Trío: Rocío Katz, Mariana Michi y Rocío Iturralde. No exagero al decir que estábamos todxs disfrutando. Incluso vi saltar en el público a su productora y a otrxs de su equipo. Nahuel lo puso en palabras: "los queremos mucho". Tuve que elegir entre tomarme el subte o ver el final del show y elegí tomarme el subte, porque recordemos nuevamente que “una cosa es la vida y otra la felicidad”.

Ahora volvamos a la conversación sobre el primer recital.

Yo lo quiero mucho a tu disco.

Aww, gracias.

¿Vos lo disfrutaste?
Me costó al principio. Pero sí, la pasé mejor que en diciembre de hecho. Estoy más contento con cómo suena la banda ahora. Y además hacer shows largos a mí me hace más feliz, porque me bajo del escenario con la sensación de que pude mostrar un abanico más amplio de lo que hago. Cuando toco diez temas, siento que muestro sólo una parte.

Claro. Cosas de músicxs. Yo sé de cosas de públicos. La gente canta tus canciones con muchas ganas. ¿El tema nuevo que toques el próximo jueves es para chapar también? Así me llevo un chongo.

Mmmm, no sé si es para chapar, es medio para pelearse, jaja.

Ah, jodido.

Re. Igual bienvenido el chongo siempre.

Copia link de “Futurito”, tema nuevo.

Tomá, te regalo esto (donde digo “dolor”, debí haber cantado “rencor”, pero me equivoqué).

Graciasss. 

¿Cómo fue eso de que viste gente chapando en el tema nuevo del jueves pasado?
Estaban adelante de mí. Dos pibas y un pibe. Ellas, muy fans, bailaban y cantaban todas las canciones. Una de las pibas y el pibe se hablaban más y en el tema nuevo bajaron un cambio, se miraron, ella le acercó la boca y se besaron.

Ayyy, qué hermoso.

Es buen augurio.

Si ves eso de nuevo, acercate al escenario y decime. Así los hago subir y les digo: “Se ha forrrmado una pareja”. Ah re que no. Bueno, me voy a dormir. ¿Te veo el jueves?

Allí estaré.

¡Abrazo!

7 DE JUNIO. Por un montón de razones que no importan, tuve que postergar el armado de la entrevista. Le paso una pregunta que nunca contestará, como otras que quedaron flotando. Le comento:

Cómo torra este jueves sin recital tuyo.

Mal, una paja jueves sin show.

21 DE JUNIO. Le pregunto si cerramos o contestará lo pendiente.

Si no me odiás y te decepciono muchísimo, prefiero terminarla acá. Si no te respondo el sábado.

Me gusta que hable de decepción, que es lo que yo más temía en todo este asunto: que elx músicx me arruine el disco. No sucedió. Y cuando mi conjuntivitis, la vez que me robaron el celular, mis inseguridades, sus dolores en el cuerpo -que me comenta que relaciona con la tensión de hacer el nuevo disco- y sus mil ocupaciones o cuelgues me hicieron sentir que no tenía sentido realizar esta entrevista, la música –banda sonora de estos cuatro meses de preguntas− me devolvía la emoción y las ganas. Por ejemplo, hace unos días por primera vez le presté atención a “Canción Cataléptica” y cuando sentí: “pero es tan tierno ver cómo el dolor se va” corrí a casa y le metí pata a la edición. Qué se yo, realmente es medio intrasmisible.
Una de las palabras que más le escuché decir a Nahuel en entrevistas es “divertirme”. Pareciera ser su brújula. Eso, junto con su forma de hacer discos –mucha pasión y mucho mucho trabajo−, son las herramientas que le robo a mi músicx preferidx del momento, tan perfectamente contradictorix. Espero que ustedes puedan disfrutar este recorte de Nahuel Briones y, sobre todo, de la hermosura de sus canciones.

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Para que se zambullan de una en la música de Nahuel Briones:


Mi musa inspiradora: GUERRERA/SOLDADO


El alucinante disco anterior a ese: EL CRUCE DE LOS UNDERS


La nueva joya: EL NENE MINADO

ENTREVISTA A FLOR CANOSA

"Desde la miseria de cada quien, es donde mejor se lee la humanidad" Sigo a la encantadora  Flor Canosa por Facebook ...